Musicalmente no hay género que identifique mejor al Ecuador como el pasillo. Así lo señala la historiadora Jenny Estrada, directora del Museo de la Música Popular Julio Jaramillo.

Ella asocia ese concepto a uno de los objetivos de este espacio –motivar la formación de nuevos compositores e intérpretes– como el ‘motor’ de la realización del segundo concurso para jóvenes compositores del pasillo ecuatoriano.

Las inscripciones están abiertas para que jóvenes entre 15 y 35 años (ecuatorianos o extranjeros con dos o más años en el país) puedan enviar sus trabajos (letra y composición musical) hasta las 12:00 del 31 de octubre de este año.

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Entre las bases constan puntos claves como respetar el estilo y el compás de 3/4 propio del pasillo.

Estrada añade que las características principales de un pasillo son tres: el estribillo, “que es fundamental, porque es como un anuncio, una presentación de la melodía”; una primera parte, que generalmente está en tono menor, con variantes; el estribillo, que se repite como un enlace, y la segunda parte, que varía hacia el tono mayor y concluye en tono menor.

El año pasado, la idea del concurso nació como una forma de sembrar amor por la música nacional en una nueva generación y no se pierda la huella. “Perseguimos la permanencia de una identidad, porque la música popular es la expresión del alma de un pueblo. Cuando ese pueblo ya no está siguiendo su propia expresión sino prestando expresiones ajenas, está perdiendo su alma y eso no nos puede pasar a nosotros (los ecuatorianos)”.

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Naldo Campos, músico y profesor de la Escuela del Pasillo Nicasio Safadi, fue parte del jurado de la primera edición, por lo que da algunas recomendaciones a los aspirantes de esta ocasión.

“Primero, que se den cuenta de que la parte literaria, en mi concepto, debe estar elaborada de tal manera que haya cuartetas, que haya rima, que son tradicionales. (...) dicen que romper los esquemas es de la nueva generación, pero lo que se hizo bien no se lo puede destruir, se lo tiene que mejorar”, comenta Campos, quien agrega que en la parte melódica “ya eso es cuestión de la inspiración de cada uno”.

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Cuando se lanzó la primera edición, la expectativa era recibir trabajos de unas doce personas. Al final llegaron 48, por esta razón se institucionalizó el concurso y este año se mantendrán los premios de $ 5.000 para el primer lugar, $ 3.000 para el segundo y $ 2.000 para el tercero.

El certamen también busca una nueva expresión del pasillo, que sin sacarlos de las reglas musicales del género permita escuchar nuevas melodías, nuevas armonías y nuevos mensajes en las letras. (F)

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