A los magos y magas fachosos y fachosas se les vieron las costuras, les quedó grande el puesto y gigantesca su ignorancia.
Dejemos la pelea para el ring, mirémonos como país, no permitamos que la vida en Ecuador se vuelva una burda letra del peor reguetón posible.
En estos momentos absurdos de intolerancia obsesiva y total, solo el humor me salva, me da fuerzas para trabajar y para vivir.
Votar sería traicionar mi ética y conciencia, hacerle el juego al absurdo. Creo que un ateo no debe comulgar ni un católico escupir un crucifijo.
Lo grave es que los candidatos no son capaces de comunicar, o no saben lo que quieren decir, o soy yo la que no les entiendo, o nadie les entiende.
En estos años la ciudad de Salinas ha crecido para mal. La mala suerte la persigue.
La rutina es esencial para escribir y no me gusta improvisar, dice con el convencimiento del que tiene oficio.
Si alguna noticia nos había llegado sobre el horror y la crueldad, la alegría desbordante de ese Mundial la desmintió.
Tengo la sensación de que en Ecuador hay mucha gente que mira el mundo a través de su chequera.
El diablo del miedo, del terror, de la angustia, volvió a visitarnos y claro, el egoísmo extremo. Lo invito a pasar, a sentarse a la cabecera de la mesa.
Vivimos tiempos cínicos y todavía dormimos llorando.
Ahora la pregunta es ¿cómo volver a creer? Si los políticos de todas las tendencias nos mienten de frente.
El desorden y la suciedad han conquistado la sala, Ecuador ha colonizado la D34, la ha hecho suya, a su imagen y semejanza.
El ejercicio de la política, latinoamericana en general y la ecuatoriana en particular, se ha vuelto una práctica fría, descarada, sinvergüenza.
Este pequeño señor, que pronto cumplirá 4 años, pinta para político. Dios no quiera, rezo mientras veo sus alcances y analizo cada una de sus actitudes.
Ya es hora de dejarnos de vainas, de efemérides y vacaciones sin sentido.
Lo más grave de mis viajes es siempre el sobrepeso: llevo libros ecuatorianos para lectores norteamericanos.
No me interesa que el mundo se desangre, ni que el pájaro cante o haya niebla.
Somos los ciudadanos de Ecuador quienes andamos por la vida como caballos carreteros, con anteojeras, mirando a un solo lado.
Esta ya no es mi ciudad, pienso. A este país que veo en las noticias ya no lo siento mío, me digo.
¿Qué tenemos los ecuatorianos, y más exactamente los quiteños (aunque seamos chagras), en la cabeza y el corazón?
Esa crisis que nos golpea a diario y para la que no vemos salida.
El mundo no estaba en la pantalla, estaba en la calle, en el jardín, en la iglesia, en la heladería…
¿Al cabo de casi veintiocho años de pagar con puntualidad la cuota de afiliación le cubren tan solo el 43 %?
Triste precedente el que deja la Asamblea al aprobar la amnistía a quienes atacaron Quito. Triste ejemplo para los jóvenes.
... esas carcajadas inolvidables que me parecían exageradas, hoy busco en mi memoria volverlas a escuchar.
La mezquindad se opone a la paz; la vileza, a la libertad; la pequeñez de espíritu se opone a toda la humanidad.
... sin una escritura pública firmada ante notario, su Alicia no era dueña de nada. Ahora eran sus ojos los incrédulos.
Mami, nosotros como especie vamos a desaparecer por idiotas, me dijo un día la Carito... Ahora veo que tenía toda la razón.
La conocí como “la señora Yolanda”, la señora de la biblioteca del Banco Central y posteriormente del Sinab...