Paciencia de novia: cincuenta y un años esperó la Copa América la aparición de Venezuela. Desde que comenzó en 1916, el aglutinante torneo no albergaba en su seno al seleccionado vinotinto, el Pulgarcito futbolístico de América del Sur. Por fin, en Uruguay 1967 se sumó el décimo hermano de la familia sudamericana. La número cinco tardó décadas en imponerse y desarrollarse en esa tierra bendecida de Caribe. No despertaba la misma pasión que en la vecindad. El béisbol, el básquet, el box estuvieron siempre por encima en la patria de Bolívar. No tuvo Venezuela la afición ni, sobre todo, la tradición de clubes de los demás países, eran más bien licencias que presentaban equipos durante un tiempo y luego desaparecían.