No podemos dejar de aceptar que es muy significativo para nuestro fútbol estar en un Mundial sub-20, por la imagen que transmitimos al exterior. Se evidencia que en Ecuador se están haciendo las cosas bastante bien con las divisiones inferiores, que hay mucho futuro y que la Selección que irá a Indonesia 2023 tiene, entre sus integrantes, un promedio de edad menor al de la categoría.

Eso es una cosa. Es indiscutible que clasificar a un Mundial es un signo positivo. Pero a nosotros, como comentaristas, nos corresponde analizar el nivel con el que el equipo clasificó y en ese aspecto esta Selección deja mucho que desear. Posee varias individualidades que lucen y que pueden generar mejor fútbol, pero con un trabajo colectivo.

Pero no existió en el Sudamericano de Colombia una sola presentación en que viéramos juego de conjunto. No hubo un partido en el que hayamos observado un equipo colectivamente armado, que supiera qué hacía en la cancha. Que le faltan las piezas dice el técnico Jimmy Bran, porque no llegaron, y que algunas estarían para el Mundial 2023. Puede ser un motivo. Pero lo que presentó Ecuador deja muy lejos las posibilidades de tener éxito en Indonesia porque eso que vimos no es para una Copa del Mundo de la FIFA.

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En cuanto a los señalamientos hechos en contra de los que mencionamos estas carencias de Ecuador sub-20 no estoy de acuerdo en que algunos crean que no está permitido cuestionar. Para nada. Nuestra función es criticar y analizar lo que corresponda con una visión independiente. El problema es que ahora todo aquello que implique una crítica, sobre todo contra una Selección, supuestamente significa ser miembro de un grupo de periodistas antipatria, o que no saben nada de fútbol. Eso no corresponde.

Alguien está equivocado en esos conceptos y lo más seguro es que sea quien los dice. Históricamente nuestro periodismo ha tenido, por suerte, independencia. Pero últimamente veo que cualquier observación que se hace sobre la Selección es calificada de ácida. Cualquier reproche es tomado como una postura antipatria, y por cualquier crítica se acusa a quien la expresa de estar en contra de los intereses del fútbol nacional. Quienes dicen eso, en verdad, están muy desubicados. Pero ese es el nuevo concepto que tiene la dirigencia. Desde los técnicos se asume una conducta gremial y una solidaridad equivocada que yo, por supuesto, no puedo aceptar.

Jimmy Bran es un hombre de fútbol y sabe que en el fondo hay que analizar muchas cosas y entre ellas por qué el rendimiento de Ecuador no llegó a la altura que se esperaba. Se vendió otra versión sobre el nivel de esta Selección y antes de que fuera al Sudamericano se dijo que estaba para pelear por el título. Ahora vemos que no era así porque se ganó con las completas una clasificación al aprovechar que otros equipos no estaban en un gran momento.

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Hubo en el campeonato una diferencia substancial entre lo que ofrecieron Brasil, Uruguay y hasta Colombia respecto a Ecuador. Ojalá que sea sincera esa declaración de Bran acerca de que es necesario hacer un análisis a fondo de lo expuesto futbolísticamente en Colombia.

Ojalá se confiesen los problemas que hubo para conformar un verdadero conjunto, cosa que como tal no vimos para nada. Hubo rastros de individualidades que salvaron a Ecuador porque aparecieron en los momentos adecuados, como el gol de Christopher Zambrano a Venezuela (1-1), que fue pura inspiración; o las intervenciones del arquero Gilmar. El análisis de Bran debe ser profundo y sincero. (O)