Cada vez hay más dinero en el fútbol, más clubes ricos en situación de contratar, pero menos jugadores de clase AA; o, para ser más precisos, menos figuras. Hace unas semanas nos preguntábamos: fuera de Messi, ¿hay un mejor del mundo…? Mbappé, Haaland, Bellingham, Vinícius, De Bruyne… ¿Da para calificar a alguno como MEJOR DEL MUNDO…? Huuuuummmmm… Muy buenos, sí, pero no los vemos en tal condición. Al menos no todavía. Le preguntaron a Ronaldinho si estaba bien que Messi ganara el Balón de Oro y el The Best, y dijo que sí. “Es simple: aún es el mejor del mundo”. A los otros, por juego o por títulos, les falta algo. Y justamente Haaland y Mbappé son el paradigma de esa afirmación: Haaland ganó el triplete, aunque como jugador no llena el ojo; Mbappé muestra una potencia descomunal, pero ganó apenas la liga francesa. Ninguno combinó ambas facetas. Ahora el madridismo, como es su histórica costumbre, pugna hasta la exasperación para entronizar como número uno a Jude Bellingham, un excelente volante con técnica y gol; que puede llegar a la cima, desde luego, pero le falta. Y tampoco es que el juego de Jude nos arranque una exclamación frente al televisor. La esperanza con él es su extrema juventud: recién tiene 20 años, y puede seguir creciendo hasta apoderarse del trono. Ojalá, el fútbol siempre necesita luminarias.