Un señor calvo, maestro de escuela en Nueva Zelanda, le hizo a Boca el gol del bochorno, de la vergüenza. Pasarán años y los hinchas rivales les recordarán a los boquenses a Christian Gray, el zaguero semiprofesional que les golpeó el orgullo en la temprana despedida del Mundial de Clubes. Quedar eliminado en primera fase de este torneo era esperable tratándose de Boca. En Copa Libertadores lo echó Alianza Lima en la fase preliminar. En el fútbol argentino tampoco levanta cabeza. Hace tiempo es carne de memes. Pero ayer hubo una avalancha de burlas y chistes como pocas veces. De haber vencido tampoco le hubiese alcanzado, porque Benfica y Bayern Munich le sacaron una ventaja indescontable, aunque al menos hubiese cumplido con su obligación de gigante. Sin embargo, le tocó un adiós infamante: fue empate a un gol, no le pudo ganar al Auckland City, equipo que venía de recibir 16 goles en los dos cotejos anteriores.