Colombia enamora, emociona

Que nos perdone el Tino Asprilla, Valderrama, Willington Ortiz: nunca vi una Colombia así. Que puede no ser campeón o no, pero no nos cambiará el concepto.

El combinado colombiano empató ante Brasil en el cierre del grupo D demostrando un fútbol a un alto nivel. Foto: EFE

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Ver trabar a Jefferson Lerma, ver saltar a Dávinson Sánchez para buscar el cabezazo, a Daniel Muñoz comerse a Vinicius en un sandwichito y luego marcar un golazo, verlo a James Rodríguez comprometido, ágil y brillante como nunca, a Lucho Díaz descargando doscientos veinte voltios de su electricidad sobre los defensas brasileños, a todos jugando, pero también corriendo, metiendo, como debe ser, ¡basta de inocencias que después te ganan…! Con juego se gana, con jueguito no. La estética está vinculada al alma, la valentía al corazón. Ganar produce alegría, jugar bien genera orgullo. Imaginamos que para los colombianos debe ser hermoso vivirlo, sentirlo.

Que nos perdone el Tino Asprilla, que me disculpen Valderrama, Willington Ortiz, el Tren Valencia, todos los pretéritos: nunca vi una Colombia así. Que puede no ser campeón o hasta perder el sábado con Panamá, pero no nos cambiará el concepto. Esta Colombia juega y mete, no la llevan por delante. Y el temple también es jugar bien. En fútbol no tengo patria, soy del que juega mejor, y esta Colombia te seduce, te enamora, es un todo: fútbol, coraje, aguante, inteligencia. Tiene con qué aspirar al título, sin temerle a Uruguay, Brasil o Argentina. No viene apenas del empate con Brasil, viene de los partidos anteriores, de la Eliminatoria, de los amistosos que le ganó a Alemania (con lujos), a España, a Japón. Es otra Colombia, con una cabeza distinta, más fuerte, más convencida de sus facultades.

* Solvencia. Ganó el grupo más difícil de la Copa América por encima de Brasil y lo mandó a cruzarse con Uruguay. Lideró con autoridad, doblegó a Paraguay, goleó a la cerrada Costa Rica y empató con un Brasil que no le creó una sola situación de gol. El tanto brasileño para el 1-1 fue un tiro libre de Raphinha. Fuera de esa, no se acercó la Verdeamarilla. Y para saber realmente cómo jugó un equipo hay que contar los peligros frente al arco. Colombia nunca le permitió acercarse. Más: el tiro del que devino el magnífico gol de Raphinha fue una falta innecesaria, imprudente de James Rodríguez a Joao Gomes cuando éste estaba de espaldas al arco colombiano.

* Mereciómetro. Colombia mereció más que el empate. Dobló en remates al arco a la Canarinha -13 a 7- y tuvo cuatro posibilidades de gol contra ninguna. Más allá de eso, ejerció una mayor presencia anímica en el que fue quizás el partido más emocionante de la Copa junto al Ecuador 0 - México 0. Más parecido a los choques de la Eurocopa, vibrantes e impredecibles.

* Figura. Pero ¿qué reprocharle a James…? Se erigió en el mejor de la cancha junto a Daniel Muñoz. Una de las mejores actuaciones que le vimos a James en toda su carrera. Enchufado, peligroso en cada centro (los suyos son un arma mortal), inteligente, guapo para pelear cada pelota, guapo para pedirlas todas, creador, conductor. Es claramente el mejor jugador de la primera fase de la Copa. Aún sin marcar goles está teniendo un torneo consagratorio que lo confirma como jugador histórico de su selección. Esto demuestra que todos sus problemas estaban dentro suyo. Sólo debía resolverlos entrenando fuerte y dando todo en el campo.

* ¿El uno…? El lateral derecho es uno de los puestos más oscuros del fútbol, no ha habido grandes estrellas defendiendo esa raya. Del izquierdo sí, muchos. Diestros, apenas Dani Alves, Carlos Alberto, Cafú, Billy Bremner, Bergomi, Zanetti, Berti Vogts… Pero, salvo Dani Alves, con escaso brillo, no artistas de la posición. Daniel Muñoz está reclamando un reconocimiento. Es un marcador de punta fantástico que primero marca y luego sube para intentar el gol o la llegada profunda. Como marca el manual: defender y, si se puede, atacar. Con inmodestia, debemos reconocerlo, anticipamos que ansiábamos ver a Vinicius contra Daniel Muñoz. Se lo almorzó Muñoz. Es un portero de discoteca, bravo, áspero, el típico mastín que si te acercás a menos de un metro y medio dejá la pelota y andate, no pierdas tiempo. Y después de conjurar el peligro atrás, va adelante a lastimar. Le hizo un gol fantástico a España en marzo, otro a Paraguay en el debut de esta Copa, ahora a Brasil. Estamos en presencia de un extraordinario futbolista que está para más que el Crystal Palace. Merece un Tottenham, un Manchester United. ¿El mejor lateral derecho del mundo…? Si no lo es que nos digan cuál.

* Lorenzo. Aún hay quienes creen que es mejor un notable goleador que un buen entrenador. Ni por asomo. Todo proyecto exitoso en el fútbol pasa por un gran conductor. La de Colombia es la obra monumental de un técnico, así pierda el sábado con Panamá. Lorenzo le ha cambiado la mente a los futbolistas colombianos, les ha dado un estilo, los ha potenciado, les ha hecho creer en sí mismos. Dicen que a un argentino hay que comprarlo por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale. A Néstor Lorenzo hay que comprarlo por lo primero y recomprarlo por lo segundo. Igual es negocio.

* ¿Y Brasil…? Ahí, ahí… Es Brasil en ese tiro libre delicioso de Raphinha que se coló en un ángulo pese al vuelo aguileño de Camilo Vargas. No es Brasil en el dominio del partido, en el estilo perdido, en aquella seguridad de antes que cuando anotaba un gol no le empataban más. Es un Brasil con nombres discretos, sin los fenómenos del pasado. Vinicius quiere ser -o lo quieren hacer- un fenómeno, pero es irregular. Tuvo un partido pésimo ante Costa Rica (perdió 18 balones y fue sustituido), uno muy bueno ante Paraguay con dos goles y este con Colombia en el que resultó intrascendente. No obstante, es imperioso remarcarlo, Muñoz le cometió un penal que ni el juez ni el VAR sancionaron. Muñoz lo bajó sin tocar en ningún momento la pelota. Por cierto, hubo un gol de Dávinson Sánchez que el VAR no convalidó. Pareció una monumental injusticia, pero una foto posterior deja en claro que estuvo perfectamente anulado por fuera de juego.

* Clásico. La corajeada de Colombia le permitió retener el primer puesto en el grupo y mandar a Brasil a un mata-mata con Uruguay. Habrá rayos y centellas ahí. Uno de los favoritos se volverá a casa temprano. Y Brasil sin Vinicius, que recibió su segunda amarilla ante los cafeteros.

* Insólito. Estos son cinco centavos aparte, pero vale puntualizarlo, Chile, Perú, Bolivia y Paraguay marcaron un récord que tal vez no se repita en un siglo: entre los cuatro no ganaron ningún partido. Con un agravante: de los 12 cotejos que jugaron perdieron 9, marcaron 4 goles y recibieron 22. Están los cuatro en terapia intensiva, cama con cama. (O)

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