Semifinales de oro. Colombia le endosó cinco a Panamá. Alcanzó su cénit de rendimiento y encanto el equipo amarillo. Lo pagó la selección canalera. Luego devino la batalla de Las Vegas entre Brasil y Uruguay, en el que el fútbol fue una excusa formal para patearse y golpearse sin que los llevara detenidos la policía. Brasil sumó otro fracaso gordo. Seguro el pase de Uruguay a la noche le quitó a Colombia la euforia del 5 a 0 de la tarde. La Celeste juega al límite absoluto de la tolerancia arbitral. Promete otra refriega para el miércoles.
- Perfección. Colombia le regaló a su numerosa colonia en Estados Unidos otro banquete futbolístico. En otra compacta exhibición colectiva, sumó una victoria más y alargó a 27 partidos su invicto, 24 en la era Lorenzo, con 16 victorias y 8 empates. Pero más que las estadísticas —bonitas, por cierto— está el juego. Fue una actuación de campeonato. Fútbol por los cuatro costados, individualidades, velocidad, ataque, defensa, armonía, contundencia. Ni Julio Verne podría haber imaginado este presente colombiano, a tan poco tiempo de aquella aciaga eliminatoria para Qatar (marzo de 2022), cuando no solo quedó fuera del Mundial, sino que jugaba feo y mal y estuvo siete partidos sin hacer goles. Ahora lleva once en cuatro encuentros. Es el cielo después del infierno.
- Prudencia. “No hay cinco goles de diferencia entre Colombia y Panamá”, declaró el técnico argentino, breve, medido, despegado completamente de elogios y exitismos, sin demagogia, sin falsa modestia. “Llegamos bien”, agregó refiriéndose a la semifinal ante Uruguay, en la que recuperará a Jefferson Lerma, un coloso físicamente que será necesario para chocar contra los orientales.
- La Copa de James. James, el jugador más fresco de la Copa, apenas jugó 265 minutos en el semestre, y se nota: vuela, se puso de nuevo al mejor nivel de su carrera. Es el mismo James del Mundial 2014. Ante Panamá dio otras dos asistencias y anotó de penal. Está en un momento mágico. Lorenzo le ha dado libertad absoluta en el rectángulo, para acercarse al delantero centro, a los extremos, a los laterales cuando suben, para asociarse con quien él considere oportuno. Eso lo potenció, lo liberó. Y además la confianza y relevancia que el técnico le confiere lo han agrandado hasta ser casi el dueño del equipo, pero con el aval de sus compañeros. Es muy reconfortante verlo así después de años entre sombras.
- Misterio. Néstor Lorenzo se retiró como jugador en 1998 y recién en 2021 tomó un equipo a su mando, el Melgar FC de Perú, único paso previo a la selección de Colombia. Antes, siempre como ayudante de otros entrenadores. También en Melgar hizo un trabajo brillante. Es una de las más notables revelaciones de la dirección técnica. Tiene 58 años. La pregunta es ¿cómo nadie lo descubrió antes…?
- Examen. No obstante, esta luna de miel del equipo, de los hinchas, del país, será puesta a prueba toda junta el miércoles ante Uruguay. Ya venía precedido con el rótulo de cuco el conjunto de Bielsa. Ahora, tras eliminar a Brasil, más que nunca. Colombia se jugará todo en un partido: si cae dirán que todo lo anterior no sirvió; si pasa ese obstáculo, lo espera la gloria.
- Década. Después de otra noche de espanto y de quedar fuera de la Copa América, un aniversario revuelve la herida, la profundiza: hoy se cumplen diez años del 1-7 de Brasil ante Alemania en su Mundial del 2014, el día que nos dimos cuenta de que Brasil había dejado de ser la poderosa, invencible y bella selección que encantó al mundo. Ese día le golearon el orgullo.
- Impotente. Esta de Estados Unidos es otra versión ramplona de la Verdeamarilla, sin estrellas de verdad, solo ricos y famosos. La que no pudo vencer a Costa Rica, la que no pasó del 0 a 0 y perdió por penales ante un Uruguay feroz, durísimo, que sobrepasó las fronteras de la garra. Pero Uruguay fue siempre más o menos así, solo que este Brasil no estaba ni futbolística ni anímicamente preparado para sortear semejante escollo. Terminó con diez Uruguay. Y si eran nueve, Brasil tampoco le ganaba. Se veía que no tenía cómo.
- Imagen. Un video recorrió el mundo tras la eliminación brasileña: en la previa a la tanda de penales, como es habitual, todos los planteles forman una ronda en torno a su entrenador, el cual da la lista de quienes serán los encargados de rematar, hace una arenga y da unas indicaciones al arquero y los pateadores. En el caso de Brasil, los jugadores hicieron un círculo y dejaron fuera a Dorival Júnior, quien pugnaba por meterse en el medio y decir algo. No pudo hacerlo, no se lo permitieron, le dieron la espalda en todo momento. Es una escena patética e indica que no están bien las cosas ahí, no hay un mínimo principio de autoridad.
- Inquietante. Un río correntoso de datos salió a la luz tras el juego. Brasil va a cumplir 24 años sin ganar un Mundial en 2026. En los últimos cuatro mundiales ni siquiera fue el mejor equipo sudamericano. En 2028, cuando llegue la próxima edición, habrá ganado una Copa América en 21 años. João Havelange dejó la presidencia de la FIFA en 1998. Brasil ya no tiene ningún tipo de manejo ni influencia en la Conmebol y mucho menos en la matriz de Zúrich. Durante décadas controló la Comisión de Árbitros de la FIFA y de la Conmebol. Ya no. Se quedó sin los monstruos de antaño, que resolvían los partidos con técnico o sin técnico. Vinicius es el líder de este equipo, un jugador más centrado en polémicas y altercados que en el juego. A propósito, Vinicius llegó a la Copa como superestrella por su desempeño en el Real Madrid: no incidió en el torneo.
- Gerson. El super-crack y líder supremo del Brasil campeón de 1970 hizo declaraciones fuertes en su canal de YouTube. “Este medio campo es una porquería. ¿Saben jugar? Paquetá sabe, pero quiere pelear con todos, lo amonestan y tuvo que irse. ¿João Gomes? Ese chico no sabe jugar al fútbol, juega solo para los costados y para atrás… Los dos laterales quedaron clavados, Danilo no sabe jugar. La base del equipo no existe, João Gomes no es centrocampista. El medio campo es para los que saben, para los que piensan. Y el que piensa es Paquetá, que solo quiere pelear…”.
- Camada. “Esta es una generación que puede hacer que Brasil atraviese su periodo más largo sin títulos mundiales”, comentó Cahê Mota, de Globoesporte. Brasil fue el único fútbol de Sudamérica que no paró su campeonato interno durante la disputa de la Copa América, a la que sus medios dieron mínima cobertura. (O)