La Conmebol, desde su fundación en 1916, pensó en un torneo sudamericano que sirviera para demostrar al mundo que por estas tierras se practicaba un fútbol diferente, de fantasía pictórica, con estilo soberano. Por esas razones instituyó, en ese mismo año, la Copa América, la primera contienda oficial de balompié entre naciones. Es fácil comprobar el éxito que tuvo el certamen desde su primera edición. Basta detenerse en observar las fotografías de la primera final entre argentinos y uruguayos, jugada en el estadio Gimnasia y Esgrima, de Buenos Aires. Notas periodísticas nos cuentan de la gran aceptación que tuvo ese duelo ganado por los uruguayos. El público invadió el terreno mientras 10.000 personas más pugnaban por ingresar. Se suspendió el compromiso y la fuerza pública tuvo que contener el eufórico reclamo de esos miles de aficionados.