Fue en julio del 2000. Un exitoso empresario de la construcción de nombre Florentino Pérez era electo por primera vez presidente del Real Madrid. A poco de asumir se reunió con Vicente Del Bosque, por entonces entrenador del primer equipo, para delinear los posibles refuerzos de cara a la temporada 2000-2001. Barajaron varios nombres, Del Bosque pidió con insistencia a Flávio Conceição, discreto centrocampista brasileño del Deportivo La Coruña. A Florentino mucho no le agradaba y empezó a deslizar algunos reparos. “¿Le parece…?”. Del Bosque: “Que sí, que sí…” Florentino no terminaba de tragar la píldora, pero Vicente se plantó firme: “Le quiero”.

-¿Está seguro…?-, preguntó el flamante presidente.

-Totalmente.

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Bien, como buen dirigente, respaldó el pedido de su técnico e inició conversaciones con sus pares del Depor. Le pidieron un platal: 4.000 millones de pesetas, moneda todavía en circulación. Equivalía a unos 25 millones de euros, una locura para la época por un volante de marca. Florentino dio un respingo. Entre que no le convencía Conceição y el fortunón que costaba, le dolía hacer la operación. Pero hablaba con Del Bosque y este se mostraba más convencido cada vez. Finalmente se concretó el fichaje: 4.000 millones de pesetas y 5.000 millones más el contrato del jugador.

En septiembre comenzó el campeonato, el Madrid no lucía bien y Del Bosque no alineaba al brasileño. Florentino fue al entrenamiento y, en medio del campo, conversaba con el Míster. La pregunta se caía de madura:

-¿Y Conceição por qué no juega…?

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-No le veo-, respondió con una mueca de desaprobación el bueno de Vicente.

Florentino no dijo una palabra. “¿Me haces gastar nueve mil millones de pesetas y no le ves…?”, pensó. Subió a su despacho y, conversando con su gente de confianza, sentenció: “Desde ahora ficho yo”. Y, 23 años después, sigue haciéndolo. Desarticuló la dirección deportiva (posiblemente sea el único club, entre los primeros quinientos de Europa, sin secretario técnico ni director deportivo). No le fue tan mal: ha ganado 31 títulos, entre ellos, 6 Copas de Europa. Y tiene algunos aciertos personales notables como el de Benzemá. Lo cuentan en el Bernabéu: “Florentino estaba en su casa mirando un partido del Lyon, lo vio ahí y quedó deslumbrado. Dijo: a este hay que traer”. Y lo llevó por 35 millones, cifra módica comparada con la de otras transferencias y, sobre todo, con su descomunal rendimiento. Contrató a Sergio Ramos del Sevilla, a Modric del Tottenham, a Courtois del Chelsea, a Casemiro por 5 millones al São Paulo FC, a Valverde por idéntico valor a Peñarol, a Vinicius, a Rodrygo, y una veintena de bombas más. También la pifió con Hazard y alguno más, pero en general es un francotirador fantástico, donde apunta…

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Flávio Conceição no tuvo un buen rendimiento, jugó poco y, en cuanto pudieron, lo colocaron a préstamo hasta vencer su contrato. El presidente no le da el mango de la sartén a nadie. Así ha hecho del Madrid el club más ganador de la tierra. Es impensable que, sin conocerlo, Florentino le aprobara 187 millones de euros a Luis Campos para gastarlos a voluntad en jugadores sin rendimiento contrastado. Es lo que ha hecho el Paris Saint Germain con su director deportivo portugués. Llegó en junio y le dio vía libre. Y Campos contrató a Vitinha (41,5 M€), Ekitike (préstamo con opción obligatoria de compra por 39 M€), Nuno Mendes (estaba en el PSG cedido y fue aprobada su opción de 38 M€), Fabián Ruiz (23 M€), Carlos Soler (18 M€), Renato Sanches (15 M€), Mukiele (12 M€). Son los siete refuerzos que recomendó Campos para ganar la Champions. Ninguno destacaba en su club y ninguno ha rendido ni siquiera mínimamente a satisfacción, por lo que el descontento con Campos es monumental. Renato Sánches viene de fracasar en varios equipos y no fue convocado por Portugal para el reciente Mundial. Christophe Galtier casi no lo tiene en cuenta. Soler no ha cuajado en absoluto, Nuno Mendes tiene graves errores de marca… Pero el peor de los casos es Ekitike, de bajísima prestación y por quien deberán pagar 39 millones a fin de temporada. No saben qué hacer con él. Jean-Pierre Caillot, presidente del Stade Reims, que lo transfirió, salió en defensa del delantero: “No hemos estafado al PSG, Ekitike va a ser un gran jugador”. Lo insólito es que Luis Campos cumple la misma función simultáneamente en dos clubes: también recluta los jugadores para el Celta de Vigo, decimosegundo en la liga española, a tres puntos de la zona del descenso.

El PSG fue eliminado de la Champions por el Bayern Munich sin mostrar juego ni carácter. Y fue apeado de la Copa de Francia por el Olympique de Marsella. Le queda apenas la Liga, en la que aún lleva buena ventaja sobre el equipo marsellés, pero está sostenido casi exclusivamente por los 44 goles y 27 asistencias en conjunto de Mbappé, Neymar y Messi. El resto del equipo no está a la misma altura. Con lo que tiene le da para liga nomás.

El PSG es un club rico con un equipo pobre. Esto, a causa de sus consuetudinarios malos fichajes. Ahora Galtier está en el precipicio, pero es un excelente entrenador, su error fue aprobar las compras de Campos. Suena el nombre de Zidane para sustituirlo, aunque Zinedine habría puesto como condición que se aleje el polémico Campos, quien en el partido ante el Lille, hace tres semanas, viendo que el equipo era una lágrima, bajó del palco fuera de sí y se puso a dar indicaciones al borde del campo de juego, ridiculizando a Galtier.

“La historia le ganó a los millones”, titularon en Europa acerca del triunfo del Bayern sobre el PSG. Error. El Bayern también gastó 145 millones en incorporaciones. En Europa hay diez o doce clubes que erogan ese dinero en cada mercado. Y algunos, como el Chelsea, más. La diferencia es que gastan bien. El Bayern contrató, entre otros, a dos consagrados: Sadio Mané y Matthijs de Ligt. En enero, por la lesión de Mahuel Neuer (se accidentó esquiando), trajeron de urgencia al excelente arquero de la selección suiza Yann Sommer por apenas 8 millones. Imposible escoger un reemplazo mejor. Como Florentino, tampoco Rummennigge o Uli Hoeness, que han luchado una vida para hacer del Bayern el club mejor gobernado del mundo, le darían a Campos licencia para tirar por la alcantarilla 187 millones para debilitar al equipo. Esas cosas no pasan ahí. Cuando el bosnio-alemán Hasan Salihamidžić (director deportivo) se presenta ante el directorio de Bayern Munich AG, sociedad anónima compuesta por el club (75,01% del paquete accionario), Audi (8,33), Adidas (8,33) y Allianz (8,33) debe explicar minuciosamente a quién piensan traer, por qué, los antecedentes, mostrar videos, todo.

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Si el Bayern necesita un arquero trae a Neuer, del Schalke, diez años seguido el mejor del mundo; cuando precisa un goleador ficha a Lewandowski, y si se va Lewandowski llega Mané. Si se jubila Lahm viene Kimmich, del Leipzig, el mejor futbolista alemán de los últimos años. Y si se necesita un creativo va por Ribery. Cuando se busca un punta, lleva a Robben. Quiere un 8 y ficha a Goretzka. Busca un lateral y se asegura a Davies, una motosierra. Todo es así. La historia no tiene nada que ver, gana la inteligencia, el saber de fútbol.

Antiguamente, cuando los campeonatos en la Argentina iban de marzo a diciembre, había una frase que resumía la importancia del libro de pases: “En marzo se sale campeón, no en diciembre”. (O)