De origen humilde, nació en Guayaquil en 1935, Eduardo Zuleta Candelario, más conocido en el argot tenístico como el Chivo.

Con el enorme impulso que significó el éxito internacional de Francisco Segura Cano, varios jóvenes tenistas ecuatorianos buscaron seguir los pasos del célebre Pancho. De ahí que la generación de Miguelito Olvera, Zuleta y luego Pancho Guzmán resultaron una nueva camada de jugadores de alto nivel surgidos del fértil semillero que ha sido por décadas el Guayaquil Tenis Club.

Más allá de sus buenos resultados en el mundo del deporte blanco y de su posterior faceta de maestro de nuevas generaciones, debo destacar la sencillez, el carisma y el optimismo permanente del Chivo.

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A pesar de la gran diferencia de edad, mantuvimos una excelente relación de amistad y transmitimos en innumerables ocasiones las series de Copa Davis a través de radio Atalaya, cuando aún se jugaban los partidos al mejor de 5 sets, en 3 días de intensa competencia y una sola jornada de trasmisión podía durar 8 o 9 horas de poner garganta, saliva y cabeza para narrar y comentar cada partido de Ecuador por la Ensaladera de Plata.

Miguel Olvera y Eduardo ‘Chivo’ Zuleta en una fotografía en 1952. Foto: Archivo

Junto a Eduardo nos tocó narrar series imborrables de la Davis: contra la Checoslovaquia de Ivan Lendl y Miloslav Mecir; frente a los Estados Unidos de Aaron Krickstein y la dupleta Flach y Seguso; contra la Argentina de Martín Jaite, Javier Frana y Martillo Pérez Roldán; ante la Gran Bretaña de Tim Henman y Greg Rusedzky; versus el equipo de Chile del Chino Ríos y Feña González; sobre la escuadra de Canadá de Glen Michibata y Grant Connel, entre otros varios países que tuvimos que enfrentar durante las décadas de los 80, 90 y del 2000.

A propósito, el Tenis Club del centro fue la sede principal para cubrir la gran mayoría de dichos duelos coperos. Así como también estuvimos transmitiendo desde el Club Nacional, en el Salinas Country Club, en los clubes Buenavista y el Condado de Quito.

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Miguel Olvera (i) y Eduardo Zuleta, en dobles por Ecuador contra Colombia en la Copa Davis de 1961. Foto: Archivo

Sin pecar de inmodestia, formábamos una tripleta estupenda junto al abogado José Bobby Bermúdez y el Chivo Zuleta, quien irradiaba conocimiento y experiencia en cada análisis técnico o en sus comentarios de los balances de cada partido.

Con su bigote largo y espeso, al estilo del extenista rumano Ion Tiriac, Eduardo siguió enseñando tenis hasta pasados los 80 años de edad. Ganándose decentemente la vida diaria, con el esfuerzo de sus piernas y su incansable brazo derecho, en la popular academia ubicada contigua a la vía a la costa (por Duragas).

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En dicha academia con canchas de arcilla se podía practicar con los profesores, formados por el Chivo o jugar con amigos de manera muy animada, durante los 7 días de la semana.

Varias veces uno se topaba con conocidos ejecutivos y figuras de la TV de nuestro periodismo deportivo como Miguel Martín Ycaza, Alfonso Pocho Harb, Rodolfo Piñeyro, etc.

Como mención especial, cabe destacar el apoyo incondicional de Eduardo para que sus hijas jueguen tenis en todo el país y en el exterior. Buscando que sean profesionales de la raqueta o se ganen becas para estudiar en universidades en Estados Unidos.

Y como el costo de dichos viajes era muy alto, él organizó varias colectas y también consiguió el apoyo de algunos mecenas del deporte porteño.

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En fin, me he quedado corto puesto que son muchas anécdotas y recuerdos del Chivo para relatar en una sola columna... (D)