De cómo el crack cambia el humor de un país en cuatro segundos, de eso trata esta nota. De cómo un fenómeno le dibuja una sonrisa a quince o veinte millones por encanto y les hace creer que las cosas van bien, que hay trabajo, que los precios son accesibles, la vida no es tan mala como uno pensaba y la esperanza es una chica aguardándonos a la vuelta de la esquina. De cómo uno está viendo reposadamente un partido en la sala y un sujeto te hace eyectar del sillón, gritar desaforadamente ¡GOOOOOOOOOOOOOLLLLLL…!, volcar el vaso, tirar una lámpara de pie, romper sin querer el vidrio de la mesa ratona y luego se te viene encima tu esposa con cara de guardiacárcel a reclamar (con todo derecho): “¿Pero vos estás loco…?”.