Tiene una sola mancha en su impoluta tarjeta de presentación como nuevo crack de dimensión global: dos lesiones de ligamentos en las rodillas. Una, leve, a los 16 años, que lo paró mes y medio, la otra, severa, lo mantuvo nueve meses fuera de las pistas. Las rodillas suelen ser un verdugo implacable en el fútbol, que han malogrado o mermado cientos de carreras prometedoras. Al margen de esos dos malos momentos, todo lo que promete Florian Wirtz es luminoso, un sol que abarca entero el mapamundi de la pelota. Es, sin duda, la mayor aparición del fútbol mundial en cuanto a talento, un alemán a la sudamericana: gambeta limpia y hacia adelante, pase magistral en profundidad, inteligencia, vocación ofensiva, mentalidad ganadora, magnífico remate de derecha, el mapa de la cancha en la cabeza… Todo barnizado con alta condición técnica. Es la píldora perfecta de Bayer.