Del partido perdido por Ecuador 3-0 con Argentina, en cuartos de final de la Copa América, hay una lectura clara: se respetó mucho al rival. Gustavo Alfaro accionó un sistema defensivo innecesario (en el primer tiempo), convocó a Carlos Gruezo, que tenía 23 días inactivo, lo hizo titular de inmediato y no sirvió para nada; todo lo contrario, reemplazó al volante apenas pudo. Y luego, cuando debía intentar otras cosas, reaccionó con los cambios.