El primer mundial organizado por la FIFA en 1930 tiene varios entresijos que, con el pasar de los años, se han llegado a conocer y que demuestran las peripecias sorteadas para que Uruguay fuera la sede y las que debió solventar el país organizador para cumplir con esta cita que debía trascender y marcar huella, sentando un precedente. Así comenzó esta historia de los mundiales, que se convirtieron, sin lugar a dudas, en la cumbre ecuménica deportiva más importante.