Ecuador cuenta con 40 integrantes en la delegación que competirá en la cita ecuménica del deporte mundial. Los Juegos Olímpicos de París 2024 encienden nuevos sueños en nuestro país luego de la brillante participación en Tokio 2020, donde se consiguieron dos medallas de oro a través de Richard Carapaz (ciclismo) y Neisi Dajomes (halterofilia) y una de plata gracias a Tamara Salazar (halterofilia). Se agregaron cuatro diplomas olímpicos obtenidos por Angie Palacios (halterofilia), Alfredo Campo (BMX), Luisa Valverde y Lucía Yépez (ambas de lucha libre), que confirman que fue la participación más exitosa en JJ. OO.

Por coincidencia nuestra primera presencia se dio hace 100 años y en la misma sede, París 1924. Asistimos por invitación del Comité Olímpico Internacional, gracias a las gestiones realizadas por el diplomático ecuatoriano Enrique Dorn y Alsua, quien tenía amistad con el barón Pierre de Coubertin. Esta relación facilitó que Ecuador fuera invitado a los Juegos.

Fueron escogidos tres deportistas: Alberto Jarrín, uno de los pioneros del atletismo nacional, participó en la prueba de los 10.000 metros y debió retirarse antes de finalizar la carrera. Igual suerte tuvo el otro atleta Belisario Villacís en la misma prueba: se retiró de la prueba porque corrió con unos zapatos europeos que le provocaron molestias. El tercer atleta fue el velocista Alberto Jurado en 100 y 200 metros, pero no alcanzó registros para clasificar a la final.

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Aunque la participación fue muy criticada, esta experiencia olímpica permitió que el gran dirigente ecuatoriano Manuel Seminario Sáenz de Tejada, quien presidía la Federación Deportiva Guayaquil, tenga la brillante iniciativa de fundar Fedenador y organizar la primera olimpiada nacional en Riobamba, en 1926. Luego llegó la creación del Comité Olímpico Ecuatoriano en 1938, que fue reconocido por el COI recién en 1959.

La segunda participación nacional en Juegos Olímpicos fue recién en México 1968 y desde ahí se asistió a todas. Hay que recordar que nuestra primera emoción olímpica nos la ofreció Jorge Delgado Panchana, que en Múnich 1972 clasificó a las finales y logró un honroso cuarto puesto. Por una puesta de mano se escapó la primera medalla olímpica. Hasta que llegó el día de la consagración en Atlanta 1996, cuando en 20 kilómetros marcha Jefferson Pérez nos dio la primera presea de oro y luego en Pekín 2008 que obtuvo la de plata.

Por eso, la actuación de Ecuador en Tokio 2020 fue reconocida por el olimpismo como histórica. Todavía celebramos el brillante desempeño de Richard Carapaz, ganador del oro en ciclismo de ruta. Rumbo a París 2024 el carchense fue injustamente postergado por una cuestionada decisión de Santiago Rosero, presidente de la Federación Ecuatoriana de Ciclismo, al crear un reglamento de última hora, que por su formato en el cálculo del puntaje dejó fuera de competencia al campeón olímpico, quien se dio maneras con su participación en el Tour de Francia 2024 de demostrar que debió estar en la justa parisina.

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Mientras tanto Santiago Rosero, blanco de múltiples críticas por su decisión, se defiende así: “La gente habla desde el desconocimiento y sin criterio técnico”. En fin, solo le deseamos que haber escogido a Jhonatan Narváez haya sido la mejor, caso contrario su decisión le traerá consecuencias en su carrera de dirigente.

Sobre el mismo tema, no se entiende cuáles son las razones de por qué en Tokio 2020 el ciclismo ecuatoriano tuvo dos participantes y hoy en París 2024 solo uno, que al final fue otro de los factores que llevó a tener que escoger entre estos dos importantes ciclistas.

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A puertas de la participación en París nos preguntamos si será capaz Ecuador de hacer un papel que supere al de Tokio. Al menos el presidente del COE, Jorge Delgado Panchana, mencionó que “las expectativas son altas y realistas”. Según sus cálculos, prevé conseguir el mismo número de medallas, sin especificar de qué metal. Sí dijo quiénes son los deportistas más opcionados para subirse al podio: los marchistas Glenda Morejón y Daniel Pintado, la luchadora Lucía Yépez y las pesistas Neisi Dajomes y Angie Salazar.

Ecuador tardó 72 años en ganar una presea olímpica y en todos los Juegos en que intervino siempre hubo pretextos de las autoridades deportivas que intentaban justificar fracasos, aunque el denominador común fue la falta de apoyo económico por parte de las instituciones deportivas y la poca preocupación de las autoridades políticas en fijar programas y recursos para el desarrollo deportivo.

No olvidamos las frases de Jefferson Pérez, dichas tras su título olímpico. Reveló que al trazar el plan de entrenamientos para Atlanta 1996 y solicitar respaldo para crear un grupo de apoyo le contestaron: “Jefferson, lo que debes hacer es entrenar y se acaba todo ahí”. Eso sí, atestiguamos cuando esas mismas autoridades se subieron en la camioneta de Pérez cuando este recibía el aplauso de la ciudadanía, pero el rosario de quejas por parte de los deportistas ha continuado con el pasar de los años.

Cómo olvidarnos de los zapatos con huecos con que Glenda Morejón tuvo que marchar en una competencia internacional, o de los deportistas que hicieron rifas en el barrio, o los que vendían salchipapas para financiar sus implementos y desplazamientos. Todos esos cuadros deprimentes se repitieron durante los JJ. OO. de Tokio. Hubo quejas y denuncias de los medallistas de oro y plata y de otros deportistas. Ellos nos hicieron saber que no tuvieron masajistas, ni entrenadores, ni fisioterapeutas, que existió total indolencia de las federaciones, Comité Olímpico Ecuatoriano y Ministerio del Deporte de ese entonces.

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Y seguimos sin entender cómo es posible que todo aquello suceda permanentemente. ¿Es tan difícil que las autoridades le den la importancia al deporte, considerado como propulsor social y de bienestar de las sociedades?, ¿cuántas veces desde esta columna hemos insistido en la obligación que tiene el Estado de estructurar un desarrollo sostenible en el deporte? Debe hacerlo sobre principios como el carácter transversal para que el deporte sea una garantía de una sociedad inclusiva. Hay que mostrar una imagen internacional de un país preocupado de que su sociedad transite saludable y con educación. La responsabilidad que cae sobre los hombros de las autoridades del deporte ecuatoriano, me refiero a las del Ministerio del Deporte, el COE y federaciones ecuatorianas por deporte.

Muchas veces hemos escuchado que el deporte se convertirá en política pública prioritaria y que los triunfos olímpicos de nuestros deportistas unen al país y nos inspiran a todos. Pero si ese enunciado no está acompañado de un presupuesto acorde al propósito, si no existe una nueva ley que modifique las estructuras del deporte ecuatoriano, difícilmente se cumplirá el objetivo. Escucharemos seguramente el mismo verso de Carapaz, luego de ganar la medalla de oro: “Yo he sido un deportista que ha salido casi sin el apoyo del país, porque el país nunca creyó en mí”. Frase hiriente pero real.

¿Habrá superado esas críticas instancias nuestro deporte? Si las medallas son una medida lo sabremos el 11 de agosto, fecha en que finalizarán los Juegos Olímpicos 2024, porque los cambios estructurales y organizativos del deporte a la fecha son insuficientes. (O)