Caliente, emotivo, intenso, cambiante, extenuante, plagado de incidencias y de figuras brillantes, con dos docenas de dramáticas situaciones de peligro y un gol in extremis al minuto 118. Digno del fútbol más bello del mundo. Así fue el duelo final de la Copa de la Liga inglesa. Y con un campeón merecido por su valentía: el Liverpool de Klopp. De esta versión liverpooliana no se puede decir simplemente Liverpool, es Liverpool de Klopp, un equipo de autor. Los Reds ganaron el primer título de la temporada pese a dar ventajas enormes. Venían de jugar el miércoles por la Premier mientras el Chelsea descansó toda la semana, pero mucho peor que eso, tuvieron diez bajas: el arquero Alisson, el lateral Alexander Arnold, el zaguero Matip, los medios Szoboslai, Thiago Alcántara, Curtis Jones, los atacantes Mohamed Salah, Diogo Jota, Darwin Núñez y, desde los 23 minutos de juego, Ryan Gravenverch por lesión en medio del partido. Demasiada contrariedad. Pero Klopp mandó al campo a un grupito de juveniles atrevidos que lo hicieron muy bien, sobre todo Harvey Elliott, Bobby Clark, Conor Bradley, Jayden Danns y James McConnel. No se metieron atrás, siguieron atacando con fe y entereza. Y se llevaron la victoria porque nunca renunciaron a ella, incluso pese a algunos fallos desfavorables del juez Chris Kavanagh.

El título tiene un mérito adicional: haber vencido a un muy buen Chelsea, que jugó con personalidad y grandeza y tuvo tantas ocasiones de gol como su rival, que le lleva 25 puntos de ventaja en el campeonato. Un Chelsea que plantó cara la semana pasada al Manchester City y ahora al Liverpool teniendo las mismas posibilidades de triunfo. Encontró el equipo y el funcionamiento Pochettino. Lamentablemente, a fines de febrero es un poco tarde. Ya está fuera de los puestos europeos. Esta competencia podía salvarle el año. No obstante, le queda la FA Cup como última bala en la recámara. Y hasta podrían volver a enfrentarse ambos finalistas.

Mauricio Pochettino, ‘maldito’ en Inglaterra

Entre los dos tiempos y los alargues se disputaron 137 minutos. O sea, más de tres tiempos completos. Y en ningún momento bajó el ritmo ni la intención ofensiva de los dos. Esto muestra lo que es el fútbol actual en este aspecto: altamente preparado. Fueron 137 minutos corriendo sin parar todos. Aunque ya no tenía más plantel, fue inteligente Klopp en refrescar la tropa, agotada, haciendo los seis cambios que permite el reglamento. Prefirió jovencitos frescos a cansados con experiencia. Pochettino hizo solo cuatro reemplazos, y uno de ellos cuando se acababa el encuentro. Liverpool tuvo más posesión, más remates al arco, más pases, lo que significa que no resignó el protagonismo pese a su plantel diezmado.

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Moisés Caicedo es ‘enemigo público del Liverpool’ por dura entrada a Ryan Gravenberch en la final de la Copa de la Liga inglesa

Virgil Van Dijk, de una dimensión gigantesca, fue el capitán, el guía, el espíritu ganador y también el autor del gol. En centro de córner, corrió varios metros, anticipó a Gallagher y clavó un cabezazo inatajable para el muy sólido arquero serbio Đorđe Petrovic. Ya había marcado uno antes con otro cabezazo matador, pero no fue convalidado por falta del japonés Endo en el área. Acertado el VAR allí. Momento excepcional de Van Dijk, ahora sí completamente recuperado de su grave lesión de rodilla hace dos años. Hubo una cantidad de valores altísimos: el arquero irlandés Kelleher, salvador de varias caídas de su valla, el colombiano Luis Díaz, por momentos imparable por habilidad y velocidad. Alexis Mac Allister, quien al comienzo sufrió una entrada terrible de Colwill (no amonestado) y luego, por una falta común recibió amarilla él, lo que obligó a Klopp a sacarlo para evitar una baja (cualquiera que quedaba con diez, perdía). Muy técnico y dúctil Mac Allister, buen robador y distribuidor de juego, de notable pegada en las pelotas quietas, fue un regalo para el Liverpool: 45 millones de dólares. Y ya era campeón del mundo.

¿Y Moisés Caicedo…? Eficiente en su tarea de volante tapón por delante de la línea de cuatro, atento para desarticular avances rivales, preciso para entregar la bola, aunque con mayoría de pases cortos y descendentes. Abrió bien dos veces a la derecha en progresión, jugadas que terminaron con situaciones de riesgo frente al arco adversario. Pudo haber recibido tarjeta (amarilla o roja) al minuto 23 por un tremendo pisotón en el tobillo a Gravenberch, pero el juez no lo vio o entendió que era casual, el VAR tampoco intervino y, para su suerte, no fue ni amonestado. Gravenberch debió dejar el campo y se retiró del estadio en muletas. Esta final fue un choque particularmente duro para el ecuatoriano, que antes de comenzar la temporada eligió al Chelsea por sobre el Liverpool, consagrado campeón de este torneo y también líder solitario de la Premier League. Su primera final en Inglaterra le tocó justo frente a los de Klopp. Algún día explicará Caicedo por qué eligió Chelsea y no Liverpool.

‘Una locura’ para Jürgen Klopp conseguir con 10 bajas el título de la Copa de la Liga inglesa

La Copa de la Liga (Carabao Cup por su patrocinador, un fabricante tailandés de bebidas energizantes) se disputa desde 1960-61 entre los 92 equipos de las primeras cuatro divisiones de Inglaterra. Es la hermana menor de la Copa Inglesa y la corona más tempranera del año. Esta fue la 64.ª edición. Se miden a un solo juego (salvo la semifinal) y la final se disputa en Wembley para conferirle mayor prestigio. En este caso, la jerarquía se la dio la calidad del partido. El Liverpool fue campeón invicto: ganó 6 partidos y empató uno. Alcanzó el récord de diez conquistas. Ya se habían enfrentado en la final en 2022 y también se consagró el Liverpool tras empatar a 0 y ganar en los penales.

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La definición de la Copa de la Liga tuvo este domingo lo que siempre se espera: una presentación impactante, bandas de música, la solemnidad del himno, un precioso trofeo de confección artística, final en Wembley con más de 85.000 espectadores pagantes, invitados de lujo, una bonita y prolija coronación y muchos detalles para convencer al campeón de que no se ha esforzado en vano y que ha vivido una jornada inolvidable. Una preciosa puesta en escena, como es habitual. Y en el campo, dos pesos pesados.

Moisés Caicedo y sus puntajes tras la final perdida de la Copa de la Liga de Inglaterra: 8 el más alto y 4 sobre 10 el más bajo

Como sucede desde la creación de la Premier League en 1992 en que se globalizó, el fútbol inglés no defrauda. A la belleza del empaque se une la emoción de las acciones y el indesmentible fair play imperante en todo sentido. Los jueces suelen pasar inadvertidos y nadie duda de su honestidad ni atenta contra su investidura, nunca son rodeados ni amenazados ni insultados como en otras latitudes, incluso europeas. Tampoco hay conatos de agresión (apenas un manoseo entre Ben Chilwell y Cody Gapko); alguna que otra topada cara a cara entre dos o tres jugadores por una falta fuerte, pero que se disipa enseguida. Ni siquiera Caicedo fue reprochado por el pisotón, pues se entendió que fue casual. En general, no se protesta. Hay reglas estrictas de comportamiento y quien desea seguir en Inglaterra debe cumplirlas. Una transgresión al juego limpio, un intento de trampa o simulación es más grave que una patada. Los jueces no están todo el tiempo parlamentando con los jugadores ni explicando sus fallos. Tampoco están a cada momento con las tarjetas en la mano. En esta final se vieron apenas 5 amarillas, y ello es casi desmesurado para el fútbol inglés.

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En junio, cuando se vaya, cientos de miles de fans del Liverpool llorarán a Klopp. No habrá otro como él. (D)