Posiblemente –o seguramente– pasó el romance de Messi y Cristiano Ronaldo con el Balón de Oro. Ya es historia (aunque de la buena). Cristiano fue incluido en la nómina y terminó 20.°, en tanto Messi ni siquiera figuró entre los 30 debido a su azarosa temporada anterior, sin poder hacer pretemporada, con seis viajes a Sudamérica, doce partidos de Eliminatoria, lesión de rodilla, covid, cuarentena, cambio de club y el golpe anímico del portazo que le dio el FC Barcelona. Es la hora de figuras nuevas, piensa uno, le hace bien al premio. Desde Kaká en 2007 no lo gana un crack joven. Sin embargo, el “nuevo” es Karim Benzema, que lleva diecinueve temporadas en Primera División. O sea, el nuevo es un viejo, cumple 35 años al día siguiente de terminar el Mundial (¿Los celebrará con la Copa…?).

“El día que se fue Cristiano se me metió en la cabeza ser más”: Karim Benzema reconoce que asumió un nuevo rol inspirador para ganar el Balón de Oro

Pero es una elección perfecta, justificadísima. Pocas veces un Balón de Oro es tan diáfano en la elección, tan claro e indiscutible en su dilucidación. En las casas de apuestas nunca la cuota fue tan baja: pagaba 1,1 euro, o sea solo 10 centavos por encima del valor apostado. El perseguidor del francés más cercano –el notable Mohamed Salah– cotizaba a 11 euros. Y Sadio Mané fue tercero en los pronósticos con una cotización de 13.

“El Real Madrid sabe montar muy bien sus campañas por el Balón de Oro”, dijo sin filtros Pascal Ferré, director de France Football de todo lo concerniente a la premiación. No obstante, en este caso no hay duda posible sobre la legitimidad del elegido. Karim corona con la estatuilla una carrera excepcional de cinco años en el Olympique de Lyon, su cuna, y catorce en el Real Madrid. Y se pone a la altura de Zidane y Platini, los franceses más ilustres en este metier de la pelota. Tres jugadores absolutamente diferentes, excepcionales los tres, que ponen a Francia a la altura de Brasil y Argentina como grandes productores de talentos globales, con Alemania e Italia un pasito detrás. Campeón de la elegancia Zidane, estratega cerebral; estrepitoso Platini, hábil y goleador; crack superlativo Karim.

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Karim Benzema, capitán y goleador del Real Madrid. Foto: Manuel Lorenzo

Lo fantástico, en su caso, es que subido al estribo de los 35, muestra un estado atlético excepcional, quizás superior al de Messi, Lewandowski y Cristiano. Está potente, choca y derriba él a los defensas, lo que habla de su profesionalidad. A nadie se le ocurre decir de él “bueno, ya tiene sus años…” A esta altura fue decisivo para que el Madrid ganara su decimocuarta Copa de Europa. No parece correcto decir que la ganó solo, nadie lo hace en fútbol, pero casi… La prestación de todos, Courtois, Modric, Carvajal, Militao (dos monstruos en la final), Alaba, Valverde, Vinicius, ha sido muy elevada, no obstante Karim emerge por encima de ellos. Sus 15 goles en Champions fueron todos útiles. No el quinto de una goleada de 6 a 0, el primero y el segundo para dar vuelta un partido casi perdido. El tanto salvador, el providencial. Y, como acontece con Messi, el gol no es lo más relevante en este hijo de Hafid Benzema y Wahida, argelinos que orgullosamente subieron al escenario del Teatro del Chatelet de París, a recibir la distinción. Lo suyo es el juego, la inteligencia, el dominio de balón, la clase. Un 9 con mente de 10, que puede bajar diez metros en el campo y orquestar avances. Ha jugado con Cristiano, Higuaín, Gareth Bale, Morata, Asensio, Vinicius, con todos se entendió. El futbolista de categoría escanea y procesa rápido al compañero.

Karim pasa por el fútbol en puntas de pie. Jugador sin aspavientos, habla lo mínimo, como si no quisiera molestar. Hace goles sin que nadie le llame goleador, crea juego sin el cartel de creativo, es un guerrero indomable con una suave sonrisa tipo Mona Lisa, no se golpea el pecho gritando yo, yo, yo… lidera en silencio, corre y pelea desmintiendo al documento. Karim Benzema se ha erigido en una figura colosal del fútbol y ya merece largamente un Balón de Oro, algún reconocimiento que lo perpetúe, pues sin duda es uno de los grandes centrodelanteros de todos los tiempos.

Nadie esperaba tanto de él, su fichaje no fue galáctico, él lo tornó estelar con el tiempo. Venció su perfil bajo con goles, asistencias y actuaciones sensacionales. Benzema se inscribe en la larga lista de contrataciones notables que jalonan la historia del Real Madrid, desde Di Stéfano a Modric pasando por Puskas, Gento, Amancio, Juanito, Hugo Sánchez, Hierro, Redondo, Zamorano, Zidane, Sergio Ramos y, naturalmente, Cristiano Ronaldo, quien llegó por 91 millones, en nueve temporadas marcó 450 goles y luego fue traspasado en 105. Y estamos hablando de un club que ha tenido aciertos muy gordos en el rubro incorporaciones. Siempre a la sombra de esos gigantes, sin poner los codos y en puntitas de pie, el francés se fue mezclando en ese rutilante pelotón. Y cuidado, si medimos por rendimiento puro, puede que Karim derribe a algunos de esos tótems.

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Llegado el 1 de julio de 2009 al Madrid, no parecía que rompería el molde. Destacaba igual pese a su papel de Sancho Panza secundando a Ronaldo, pero a mediados de 2018 se produjo la inesperada partida de Cristiano, que amenazó con irse si no le subían el contrato y Florentino Pérez le abrió la puerta. Ahí, despojado de su rol de subalterno, se produjo la explosión de Benzema, alcanzó su real dimensión, la actual. Un 9 finísimo, con una técnica fantástica, lo que le permite controlar en el área, donde no hay tiempos ni espacios, y dejar la bola lista para la pierna. Que le da igual si es derecha o izquierda. Cabeceador infalible, tocador excelso.

Alguien podría decir que Karim necesitó que se fueran Cristiano Ronaldo y Messi de la Liga Española para subir al pedestal, incluso que saliera Higuaín hacia la Juventus para envintrar lugar como titular, pero solo él sabe por qué. Nadie podrá negarle el rótulo de superclase.

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Su valor de mercado es de apenas 30 millones de euros (dada su edad), aunque puede que siga cuatro o cinco temporadas en el máximo nivel, y esto es lo que distingue a un crack. No está para China ni para la MLS. Aparte, es el máximo acierto de Florentino Pérez como presidente y su hijo dilecto. Lleva 446 goles y 33 títulos, cinco Champions entre ellos. Puede que, así, en su estilo, sin levantar la voz, siga cosechando. (O)