Pese a que llevaba dos eliminatorias fracasando, nadie podía avizorar que Chile acumularía un tercer fracaso consecutivo (el actual, estrepitoso, último con 10 puntos sobre 51 posibles). Pero no porque Chile fuera una potencia futbolística —nunca lo fue—, sino porque en una carrera en la que pueden clasificar siete cabía esperar que peleara aunque sea el séptimo puesto.