Los diarios son de ciudades, no de países. Es EL UNIVERSO de Guayaquil, La Nación de Buenos Aires, El País de Madrid… Y las Olimpiadas son de Londres, París, Tokio… Este Mundial semejó a una Olimpiadas… Parecen los Juegos Olímpicos de Qatar. Todo se disputó en su capital-estado, Doha, salvo el estadio Al Bayt, de Jor, apenas unos kilómetros al norte. Justo cuando comienzan a aparecer candidaturas conjuntas como Estados Unidos, Canadá y México, cuyas dimensiones son gigantescas, o Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, o España, Portugal y Ucrania, Qatar ha demostrado que esto es perfecto. ¿Para qué jugar en ocho, diez, doce ciudades diferentes…? Una o dos, a lo sumo tres urbes cercanas con seis estadios es el Mundial ideal. Eso puede copiarle el fútbol a los Juegos Olímpicos. Imaginemos que en 2026 un equipo deba jugar un partido en Ciudad de México, otro en Los Ángeles y el siguiente en Nueva York. Todos viajes aéreos de cinco a seis horas, algo monstruoso, completamente innecesario para las delegaciones. Además, ¿cómo harían los hinchas y los periodistas para seguir a las selecciones de su país…? Ya pasó en 1994 y volverá a suceder en cuatro años.

Detrás del equipo, una nación

Entre las muchas bondades de Qatar, esta es tal vez la mejor. Es el Mundial de la movilidad cercana y gratuita, toda en Metro, imposible de superar. El siguiente será carísimo y todo por avión. Pero FIFA ya le asignó la siguiente edición a América del Norte y no habrá vuelta atrás. Será un torneo bajo otro concepto, diametralmente opuesto al actual.

Es domingo sin partido y los periodistas no aparecen por el centro de prensa. Turistean. La más apetecidas son las excursiones al desierto, cuestan 70 dólares. Subiéndose a un camello, 100. Otras, más baratas salen la mitad, pero son en un descampado con un poco de arena, cerca de la ruta. Y con caballo.

Publicidad

Modric-Messi, noche de genios

“En modo fiesta”, tituló el diario Frankfurter Rundschau una nota de Frank Hellmann, su enviado a Qatar. “Muchas naciones quieren simplemente disfrutar el Mundial en Qatar. Sobre todo los sudamericanos, ellos celebran en lugar de criticar”, escribe Hellmann. Se refiere a las permanentes noticias negativas que inundan los medios europeos. Y profundiza: “Al igual que en Rusia 2018, los sudamericanos dejan su impronta en Qatar. Para ellos, ningún camino es muy largo y ningún viaje demasiado caro para ir a un Mundial. Entre los diez países con la mayor cantidad en entradas compradas se encuentran nuevamente México, Argentina y Brasil. Prácticamente la mitad de los 88.000 espectadores en el Lusail Stadium en el partido Brasil vs. Serbia (2:0) llevaba la camiseta canarinha; en el partido Argentina vs. México (2:0) dominaban en el imponente estadio finalista las camisetas con las tres bandas celestes, distintivas de la albiceleste. Sin embargo, sería una ilusión creer que todos estos fans vinieron de Sudamérica”.

Europa no hizo falta

Luego refleja que muchos miles de los que alientan desde la tribuna son árabes, indios, pakistaníes y, sobre todo, bengalíes, apasionados por Argentina y, en menor medida, Brasil. El máximo porcentaje de las 3.113.889 de entradas vendidas hasta el momento correspondió a Qatar, Estados Unidos y Arabia Saudita. Pero los que más han venido son los latinoamericanos. Y los que más pasión le han puesto a la Copa junto con los marroquíes.

Oscar López y su esposa Maribel son ecuatorianos que viven en Londres y gastaron 20.000 euros para quedarse diez días, conocer el desierto, asombrarse con Doha y ver cinco partidos, tres de ellos de su selección. Consultado sobre las críticas europeas a Qatar, respondió: “No cierro los ojos ante el lado oscuro del Mundial; he leído mucho sobre explotación a trabajadores migrantes, pero también en Sudamérica muchas personas tienen sus propios problemas con la corrupción y con la división. No somos los más indicados para dar lecciones”.

Publicidad

Amados, odiados, temidos, buscados

Diego Mayorga es un colombiano residente en Arabia Saudita, el vecino de al lado. Ha venido con su familia y con la de su cuñada. Le preguntamos qué era lo mejor que había visto en Qatar. “El crucero donde los alojamos en la bahía. Espectacular. Con mi esposa y nuestros dos hijos pagamos 350 dólares diarios y está todo incluido. Hace años vivimos en Ryad. Vamos mucho de paseo a Dubai y a Barein. Ahora venimos también a Doha. La verdad es que los cataríes se fajaron, han hecho todo, es impresionante”.

La prohibición de beber alcohol no es broma: es muy difícil proveérselo. Hay algunos lugares donde se puede tomar y sale realmente caro. En negocios comunes a la calle no se puede conseguir ni una cerveza. Los cientos de miles de visitantes tienen muchos lugares para ir: centros comerciales gigantes, uno de los cuales tiene una adentro una réplica de Venecia, con canales y paseos en góndolas incluidos; las muchas playas, el desierto, el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional, los fan fest donde se reúnen hasta cien mil personas los días de partido, recorrer la preciosa bahía rodeada de esos edificios que se ven en las tomas de TV, el gran mercado de Zouq Wakif, las mezquitas…

Publicidad

La contagiante emoción de Marruecos

Pero ya se han ido veintiocho equipos y con ellos miles de aficionados. Se desinfló bastante la ciudad. Se espera que lleguen muchos argentinos más para semifinales y fi… (no lo queremos decir). Marcelo Singer, magnífico fotógrafo uruguayo que ha asistido ya a varias copas, no logra entenderlo: “¿Cómo hacen los argentinos para venir tantos…?” Se refiere al estado de la economía del país, a la inflación y al dólar altísimo. No existe una sola explicación. Hay que partir de la pasión: ningún país vive igual el fútbol. Es una contraprestación: hay que alentar y que los jugadores sientan el sacrificio que hace la gente para ir a apoyarlos, así ellos devuelven con alegrías. Muchos tienen dinero, otros piden a los padres, algunos venden el auto, hay quienes solicitan préstamos bancarios y también los que se endeudan con la tarjeta de crédito o vienen juntando desde hace tiempo. Pero vienen. Si Messi llega a la final, el estadio Lusail, para 88 966, será casi todo celeste y blanco. Nadie tenga dudas. Salvo que sea con Marruecos, en cuyo caso se dividirá bastante.

En las principales casas de apuestas de todo el mundo, en el choque de mañana, Argentina es favorita ante Croacia; se paga 1 euro con 83 centavos el triunfo albiceleste y 5 euros por cada uno apostado por la victoria ajedrezada. A su vez, Francia es casi una fija: da 1,53 contra 8 euros si llegara a ganar Marruecos. Marruecos es una apuesta muy atractiva, devuelve ocho veces la plata y no es para nada imposible. Un solo gol le han marcado en 7 partidos, y fue en contra, no se lo hizo el rival. No quisiéramos estar en las botas de Francia. Marruecos está dispuesto a todo. Vino por la chica y quiere gloria, no sólo la final, todo. Si llegara a levantar la Copa, Qatar 2022 sería el suceso más increíble de la historia del fútbol, más que el Maracanazo de Uruguay en el ‘50. Y no lo vemos imposible, en absoluto.

Faltan siete días y Qatar 2022 será historia. Bella historia. (O)