Yo aprendí algunas palabras de la jerga arrabalera oyendo tangos y leyendo en la revista El Gráfico aquella encantadora sección de la última página que se llamaba Diario del Comeúñas, una serie de anécdotas deportivas de una infantil pandilla pelotera escritas por Ricardo Lorenzo (Borocotó), uruguayo, un periodista autodidacta genial que en las páginas de la revista hizo de la crónica deportiva una forma de literatura junto con otro grande: Félix Daniel Frascara.