El triunfo frente a Chile se escribe en las páginas de la historia del fútbol nacional. Fue la primera victoria de visita de nuestra Selección en ese país en 56 años de enfrentamientos en eliminatorias mundialistas. No es un hecho menor, todo lo contrario. Siempre hay una primera vez y celebramos haber sido testigos de un resultado inédito la noche del martes anterior. Y, dentro de lo significativo de la victoria también está haber sumado tres puntos valiosos para intentar clasificar a Catar 2022.

Hoy más que nunca el boleto parece accesible. Es algo que resolverá en los próximos tres meses en juegos contra el clasificado Brasil, de local; con Perú, en cancha de los del Rímac; ante Paraguay, de visita; y con Argentina, en Quito. En esos duelos habrá que conseguir contados puntos.

Las tres unidades sumadas frente a Chile demuestran que el fútbol es mucho más que 90 minutos. Antes del partido en Santiago la posibilidad de ganar residía más en el mundo de la ilusión, en el espacio que depara la fe y con la llama de esperanza que siempre alumbra las confrontaciones de la Selección. En la práctica era una tarea titánica por lo que representa el rival, por sus antecedentes y por el presente sostenido de un combinado con jugadores trajinados, de mucho nombre y que aunque pronto estarán en el recuerdo siguen vigentes porque no hay ha reemplazo generacional. Chile llegó al partido como favorito. El equipo ecuatoriano había sido muy criticado por su descenso de rendimiento, como se vio contra Venezuela.

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Después de ganar con apuros a los llaneros se alegó que la forma no importaba tanto si los tres puntos nos mantenían en zona de clasificación. Personalmente creo que siempre es importante la forma, sobre todo si hay material humano para respaldarla. Las críticas severas al técnico Gustavo Alfaro llegaron por justicia y por un deber del periodismo comprometido con la verdad.

La prensa deportiva de Chile, tras la caída ante Ecuador, halló consuelo al alegar que fue “un partido extraño de principio a fin”; sin embargo, la pesadilla para ellos comenzó cuando Ecuador le tomó al pulso al rival y jugó con la ansiedad chilena. El gol inicial de la Tricolor, a los 9 minutos, los impactó emocionalmente, tanto que su referente Arturo Vidal cometió la estupidez de su vida al hacerse acreedor de la tarjeta roja a los 13 minutos.

Arturo Vidal (c) lamentando la expulsión por la patada en la cara a Félix Torres, defensa de Ecuador. Foto: AFP

La estocada se completó con las lesiones de Eugenio Mena y Alexis Sánchez, integrantes de la cacareada Generación Dorada. El importante medio escrito chileno La Tercera, que tampoco encontró explicaciones, en lugar de reconocer que Ecuador hizo una presentación inteligente, con gran administración de recursos y aprovechando torpezas e inconvenientes del rival, prefirió argumentar que la escuadra que dirige Martín Lasarte asistió a “una película de terror”, y que vivió un “apocalipsis”. Describió lo sucedido como producto de “una fuerza obscura, magia negra, mala suerte”, cosas propias de “una noche tétrica”. También se le ocurrió a La Tercera preguntarse: “¿Qué le hizo la selección chilena al mundo para merecer tanto ensañamiento en 90 minutos?”. Son excusas elaboradas para disimular la sobredimensión que le dieron a su selección en un guión escrito por ellos.

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Usaron descripciones propias del ocultismo tratando de transferir lo sucedido al terreno de lo incomprobable. No analizaron que desde lo futbolístico Ecuador ya había dado muestras de un buen planteamiento antes de los accidentes (expulsión de Vidal y lesiones) con base en un mediocampo sacrificado y que conocía por dónde iba a generar Chile sus propuestas de control y de intención ofensiva.

La Tri confirmó que sabe cómo herir de visita cuando el rival le da espacios, los que gracias a las circunstancias, abundaron en un partido propio de eliminatorias. Los medios chilenos tampoco dijeron que la desorientación ofensiva de la Roja se debió a la destacado desempeño de la zaga ecuatoriano donde sobresalieron todos, pero principalmente los centrales Félix Torres y Piero Hincapié, complementados por la aceptable actuación de los laterales. Tampoco la prensa de Chile recalcó que se salvaron de una goleada inmisericorde. Si Michael Estrada no se farreaba cuatro oportunidades claras de anotar se habría dado un triunfo antológico.

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‘Bajezas’, según Alfaro

La gesta nacional debe servirnos para poner los pies sobre la tierra, asegurar el objetivo, y para que la dirigencia y cuerpo técnico comprendan que las victorias, como la obtenida ante Chile, son válidas paran recibir aplausos, pero no para esconder críticas. Debe entenderlo sobre todo Alfaro. Usa palabras para resaltar el éxito, pero también debe razonar frente a los desaciertos y no calificar como “bajezas” las opiniones de quienes, con intelecto crítico, le han enrostrado lo que correspondía en el momento adecuado.

Lo hecho en Chile representa una gran oportunidad para reflexionar sobre el exitismo. El fútbol ofrece estos momentos extremos: ni víctimas cuando se pierde, ni héroes cuando se gana. Con equilibrio se pueden disfrutar los éxitos si se asume la realidad tal cual es.

La evolución nuestro fútbol, aspecto que nos interesa, puede darse si los actores abren caminos de experiencia, conciencia y conocimiento de sus verdaderas cualidades y capacidades. Espero que este triunfo le permita a quienes dirigen la Selección reconocer la importancia de algunos temas. Y que nuestro periodismo mantenga la crítica y elogios según corresponda, para tratar de elevar el carácter en la opinión de una vez por todas.

Sobre la Selección hay conclusiones con suficiente sustento. Por un lado, jugamos mucho mejor de visitantes y a las pruebas nos remitimos. Es probable que el esquema que diseña Alfaro sea así de efectivo, pero es indispensable que cuando Ecuador juegue de local mejore. Aquello es responsabilidad ineludible del cuerpo técnico. Por otro lado, se ha comprobado el desgaste físico causado por la altura de Quito. Lo observamos contra Venezuela. Esto nos hace considerar si hay que jugar más partidos eliminatorios en Guayaquil (espero que la propuesta no se la tome con un sesgo regionalista. Muchos interesados usan ese argumento para que nadie se percate de una realidad científicamente comprobable).

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Como conclusión, Catar está cerca, falta poco, pero todavía falta el todo. Lo importante es que solo depende de nuestra selección conseguirlo. (O)