Fue el 9 de junio de 1985. Iban a enfrentarse por la Eliminatoria del Mundial ‘86 Paraguay y Bolivia en Asunción. Luis Esteban Galarza, arquerazo del derecho y del revés, volvía a su tierra, pero a defender la camiseta boliviana como nacionalizado. De visita en la casa paterna, su padre lo miró a los ojos y le dijo, serio:

-Acordate de tus raíces.

-Papá, yo ahora soy boliviano-, se atajó Lucho.

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El destino lo llevó varias veces a enfrentar a Paraguay y siempre lo hizo con la máxima entrega y honestidad. Además de un ídolo inmenso del The Strongest, donde actuó en 18 temporadas, Luis Galarza mantiene un récord difícil de batir: ser el futbolista más veterano en las 65 ediciones de Libertadores. El 17 de abril de 1995 se retiró de la Copa actuando para Jorge Wilstermann con 44 años y 81 días. Una injusta despedida para el mejor golero de la historia del fútbol boliviano: esa noche limeña, Sporting Cristal les ganó 7 a 0. Lucho no merecía esos siete cachetazos como adiós, no condicen con su grandeza. Cristal tenía al Chorri Palacios (3 goles), Solano, Jorge Soto, Julinho, Maestri... Mucho Cristal, poco Wilstermann.

No era la canchita de la esquina, jugar a tal nivel con esa edad es altamente meritorio, casi un milagro; habla de jerarquía, voluntad, disciplina, profesionalidad. Lucho falleció en Santa Cruz el sábado anterior a los 73 años. La noticia sirvió para exhumar una bella novela humana y deportiva, la de una dinastía como pocas se han dado en un siglo y medio en este deporte. Están los Charlton / Milner en Inglaterra (7 futbolistas, entre los que salieron Bobby y Jackie Charlton) y los Jara Saguier en Paraguay (10 en total).

El Mono Galarza, como le decían sus compañeros, es el personaje central de esta increíble saga. Que comenzó en 1950, cuando Ramón Mayeregger, el hermano mayor de una fecunda familia futbolera, debutó bajo los tres palos de Nacional de Asunción, el club de Arsenio Erico. El joven Mayeregger destacó rápidamente por sus voladas espectaculares y fue titular de la Selección Paraguaya en el Mundial de Suecia 1958. Luego sería transferido al Emelec, donde alcanzó la idolatría. “El Candado Mayeregger”, lo llamaron, porque cerraba el arco.

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Ramón fue el inspirador de sus dos hermanos menores por vía materna, Arturo y Luis Galarza Mayeregger, quienes de pequeños se volcaron al oficio de atajar, y entraron también en el club Nacional. Arturo llegó a Primera División y en 1969 emigró a Bolivia, contratado por el Bolívar de La Paz. En esas estaba cuando el 26 de septiembre se produjo el trágico accidente aéreo en el que pereció todo el equipo del The Strongest. Había que armar un plantel nuevo. Fue cuando Arturo se cruzó con un directivo atigrado y le comentó:

-Tengo un hermano menor que ataja en Asunción, es muy bueno.

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Luis Esteban Galarza (d) y Ladislao Mazurkiewicz. Foto: Archivo

-Dígale que se venga-, fue la respuesta instantánea. Lucho ni siquiera había debutado en Paraguay, tenía 18 años. Cuando lo vieron en La Paz, los dirigentes dudaron: “¿Podrá jugar…? Es un chico”. Pero el técnico Freddy Valda lo puso a prueba y enseguida lo recomendó a los directivos: “Si lo trabajan bien tienen arquero para quince años”. Se quedó dieciocho. Arrancó en 1970 y no paró hasta fines del ‘87. Se convirtió en un histórico del club por fidelidad y por sus notables condiciones. “Tenía una personalidad increíble y nos transmitía su garra y confianza a los compañeros”, dice Luis Liendo, volante que compartió añares con él.

-Dígale que se venga-, fue la respuesta instantánea. Lucho ni siquiera había debutado en Paraguay, tenía 18 años. Cuando lo vieron en La Paz, los dirigentes dudaron: “¿Podrá jugar…? Es un chico”. Pero el técnico Freddy Valda lo puso a prueba y enseguida lo recomendó a los directivos: “Si lo trabajan bien tienen arquero para quince años”. Se quedó dieciocho. Arrancó en 1970 y no paró hasta fines del ‘87. Se convirtió en un histórico del club por fidelidad y por sus notables condiciones. “Tenía una personalidad increíble y nos transmitía su garra y confianza a los compañeros”, dice Luis Liendo, volante que compartió añares con él.

Durante diez años se dio un suceso extraño: Arturo y Luis fueron los dueños del arco de Bolívar y The Strongest, el gran duelo del país, como si dos hermanos se enfrentaran en un Boca-River o en un Barcelona-Emelec. Y eran los capitanes.

-Con Arturo estábamos todo el día juntos, y cuando llegaba el clásico no hablábamos de fútbol para eludir el tema. Ambos éramos los capitanes, así que, aunque habíamos compartido hasta un rato antes, nos saludábamos en el medio del campo-, evoca Lucho. Se miraban seriamente y se intercambiaban banderines, que luego iban a parar a la misma pieza. -Los dos queríamos ganar y lo único que nos decíamos era “Vos tapá todo lo que puedas, yo haré lo mismo, y ojalá empatemos”. Después tomábamos mate, cenábamos juntos y comentábamos el cotejo hasta las dos de la madrugada, fumando un cigarrillo…

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Se nacionalizaron y defendieron a la Selección Boliviana, sobre todo Lucho. Fueron pasando los años y los clásicos. Ambos se casaron y tuvieron hijos varones. ¿Qué fueron ellos…? Arqueros también, como casi todos los Galarza Mayeregger. Una vasta simiente futbolera: Arturo fue papá de Carlos Rolando, hoy retirado, quien disputó la Libertadores para Real Potosí en 2002. A su vez, Luis fue padre de dos guardametas: Sergio Daniel Galarza, quien también llegó a la Selección Boliviana y actuó en el máximo torneo continental de clubes para Oriente Petrolero y Jorge Wilstermann (6); y Luis Eduardo Galarza, con larga trayectoria en Wilstermann, Strongest, etc.

Seis arqueros profesionales en una misma familia, varios con brillantes trayectorias, cinco protagonizaron la Copa, tres fueron internacionales por Bolivia y uno por Bolivia y Paraguay. Y mil anécdotas adornando la historia, como la que relata Sergio Daniel…

-Hacía un mes que había cumplido mis 18 años y jugaba en Metalsan, cuando me avisan que voy a debutar en Primera. Era un miércoles por la noche y enfrentábamos a Wilstermann, donde actuaba mi padre, Luis. En ese tiempo, 1993, muchos clubes no concentraban previo a los partidos, así que ese día estuvimos juntos en casa con papá, a la tarde salimos con el auto, cada cual pensando en lo suyo. Llegamos al estadio, él se fue al vestuario de Wilstermann y yo al de Metalsan. En la Liga coincidimos unos tres años. En todo ese tiempo creo que nos enfrentamos tres o cuatro veces y nunca pude ganarle un partido.

Antes de emigrar a Bolivia, Arturo Galarza fue una docena de veces internacional con la Selección Paraguaya y el 31 de marzo de 1965, en un cotejo amistoso en Guayaquil, enfrentó a su hermano Ramón Mayeregger, que militaba en Emelec. El club de Capwell venció 2-1 a Paraguay. Otro hermano de madre, Hipólito Recalde Mayeregger, el tío Polí, como lo llama la familia, fue un gran volante derecho de Olimpia que marcó el gol franjeado a Peñarol en la primera final de la Libertadores en 1960. La señora Mayeregger había tenido tres hijos de soltera y cinco de casada con el señor Galarza.

De los nueve futbolistas miembros de la dinastía Mayeregger Galarza Recalde, cuatro han fallecido: Ramón, Arturo, Hipólito y ahora Luis. Los otros siguen en distintas funciones en el fútbol. Falta un capítulo más: los nietos. Lucas Galarza, nieto de Arturo, jugó en Wilstermann, Always Ready y ahora está en Nacional de Asunción, el club familiar. ¡Y es arquero…!!! Fueron siete guardametas en total. Su hermano Matías rompió la tradición y, como el tío Polí, es volante derecho, actualmente en Talleres de Córdoba.

No es realismo mágico ni tuvo que ver la imaginación de García Márquez. (O)