Muchos psicólogos estudian las mutaciones sociales abruptas y desde el análisis del ADN de las sociedades explicar por qué hay núcleos humanos sin identidad –muchas veces masivos– que intentan posicionar como normas conductas que son contrarias al deporte. Al bestializarse ciertos grupos tienen el poder de contagiar a otros y los convencen de que hostigando al rival lo disminuyen en su capacidades. Así justifican estas conductas, con un supuesto fin superior.