Disipó algunas dudas el Girona y sumió en ellas al Real Valladolid, que en Montilivi cosechó su tercera derrota consecutiva fruto de un penalti y la incapacidad de generar en ataque. Fue la pena máxima que acabó decidiendo el choque una acción aislada, cuando mejor estaban los dirigidos de José Rojo Pacheta, pero el gol encajado pesó mucho a un equipo que prácticamente no tiró entre los tres palos. Apretaron al final, pero no fue suficiente.