El buque futbolístico de Sergio Ramos leva anclas y parte desde el Puerto de Indias hacia un lugar todavía indeterminado: tras la emotiva aventura que supone regresar a casa durante un año, el camero enfoca su futuro con un cambio de aires que, si bien en lo futbolístico podría depararle, como aquellos que embarcaron desde el Guadalquivir en el Siglo de Oro, un viaje al Nuevo Mundo, no parece que vaya a perjudicar su imperio económico, sustentada en un follaje empresarial, una serie de ramas, que hacen del árbol de sus inversiones una auténtica selva de profundas raíces.