En el plano deportivo, ‘Generación Dorada’ es un término añejo que siempre ha sido asociado con la excelencia, con justicia y lógica. A lo largo de la historia, las dos palabras -que emocionan porque mencionadas juntas son sinónimo de grandeza, de espectacularidad- han servido para identificar a grupos de formidables deportistas que por su brillantez individual convirtieron a clubes y selecciones, en varias disciplinas, en poderosos, exitosos, e inolvidables.

Las generaciones de oro ganan títulos. Por ejemplo, el básquet de Argentina, bajo el liderazgo del sensacional Emanuel Manu Ginóbilli -fulgurante superestrella de la NBA, con los Spurs de San Antonio- obtuvo medallas de oro y plata en los Juegos Olímpicos del 2004 y 2008, en ese orden. Además, los canasteros albicelestes fueron subcampeones del mundo en el 2002.

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Cuando los campeonatos no son posibles, una ‘Generación Dorada’ suele concretar hechos que probablemente son más trascendentales; por ejemplo, provocar con su desempeño una revolución deportiva que fija un antes y después de aquello. Es decir, dejan una huella profunda. Lo consiguió la memorable Holanda de Johan Cruyff y compañía en el Mundial 1974. La Naranja Mecánica perdió la final 2-1 frente a Alemania, pero se acreditó un prestigio eterno al refundar el fútbol.

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La Tricolor de fútbol, no

Una ‘Generación Dorada’, en cualquier deporte, (se obtengan o no galardones), siempre propicia que un país o un equipo sea protagonista permanente -no eventual, ni por breves minutos- en todas las competencias en que interviene. Sus miembros garantizan, sean en prácticas en conjunto o de tipo personal, hazañas y contiendas épicas. También ocasionan orgullo y alegría nacional, reconocimiento planetario, y dejan un recuerdo permanente. Dan felicidad.

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En Ecuador, sin reflexión ni análisis, pero sí por entusiasmo y precipitación, a la actual selección de fútbol cierto periodismo le colgó el rótulo que la describe equivocadamente como ‘Generación Dorada’. En vano, para sustentar la tesis de su existencia se proporcionan argumentos publicitarios que tienen la consistencia de una gelatina: “la Tricolor es una potencia en América”, “somos un país exportador de jugadores”, “en Sudamérica, después de Brasil y Argentina, se ubica nuestro balompié”.

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La aparición de algunos jugadores de innegable valía, titulares en importantes escuadras de Europa, no ha sido suficiente para consolidar una promoción futbolística de oro en Ecuador. Al instante de rendir el examen de grandeza, los fiascos han sido repetitivos. En la Copa América de Estados Unidos 2024 el balompié nacional apenas pudo derrotar a la débil Jamaica. Se naufragó por enésima ocasión en el certamen. Al igual que en Brasil 2021, la presentación de la Selección fue mediocre.

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Y si trata de la Copa del Mundo -justa de la FIFA a la que cada vez es menos complicado clasificar- el mismo grupo de futbolistas tricolores falló en Qatar 2022: bastaba empatar con Senegal para avanzar a los octavos de final, pero los africanos tuvieron más casta: se impusieron 2-1. La dócil actuación de Ecuador evidenció que su color era gris y no dorado.

Ciclistas de oro

En el deporte ecuatoriano, el letrero de ‘Generación Dorada’ le queda grande a la Tri, por ahora. Son otros los que tienen derecho a lucirlo. Los miembros de la verdadera pléyade de oro montan bicicletas. Desde hace más de un lustro, de forma sostenida, el ciclismo -a través de varios de sus notables exponentes- le ha dado al país la gloria que difícilmente el fútbol pueda entregarle. Incluso, las gestas de Richard Carapaz ya lo consagraron como uno de los mejores deportistas ecuatorianos de todos los tiempos.

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Tan dorada es la actual generación del ciclismo ecuatoriano que esta disciplina vive el capítulo más sobresaliente de su historia, gracias al desempeño de una brigada fenomenal de pedalistas. Triunfan, compiten sin tregua, dan pelea “por todo lo alto” (como sentenció el influyente periódico L’Équipe, de París sobre Carapaz, luego de su “sagrado” Tour de Francia 2024), universalizan el nombre de Ecuador (vía múltiples elogios vertidos por la prensa del planeta entero), y los escenarios de sus batallas son los certámenes más tradicionales y exigentes del mundo.

A la hora de la verdad, los héroes tricolores de los pedales no nos decepcionan (aunque alguno diga lo contrario). Estos son ‘Los Cuatro Fantásticos’ de la ‘Generación Dorada’ del ciclismo de Ecuador, calificativos que por sus logros merecen.

1. Richard Carapaz

En el 2013 la incontenible Locomotora del Carchi fue campeón Panamericano sub-23 y también de la Vuelta a Guatemala. En el 2014 fue el primer extranjero ganador de la Vuelta a Juventud, en Colombia. En el 2016 fue el vencedor de la Vuelta a Navarra (España); luego lo contrató el Movistar Team.

Con esa escuadra Carapaz hizo historia: en el 2018 debutó en el Giro de Italia, ganó la octava etapa de aquella temporada, y fue cuarto en la general. En el 2019 se transformó en un monstruo del deporte ecuatoriano al coronarse en el Giro. En el 2020, con el equipo Ineos, fue segundo en el podio general de La Vuelta a España. En el 2021 se subió como tercero del Tour de Francia, y ese mismo año se hizo inmortal en los Juegos Olímpicos de Tokio: oro en la modalidad de ruta.

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En el Tour 2024, con el EF Education-EasyPost, el carchense de 31 años fue líder general, se apropió de una etapa (la número 17), terminó como rey de la montaña, y fue elegido el ciclista supercombativo de la prueba. Para la agencia EFE, en Francia Carapaz “estuvo sobrado de coraje” y “dio espectáculo”.

2. Jhonatan Narváez

El ciclista de Sucumbíos representará a Ecuador en los Juegos Olímpicos de París 2024 y es aspirante a medalla. Tiene credenciales impresionantes. Oro en los Juegos Panamericanos Santiago 2023, en ruta. Bicampeón nacional de ciclismo de ruta (2017, 2024). Se quedó con un par de etapas en el Giro de Italia (la decimosegunda en el 2020, y la primera el 2024). El Lagarto, de 27 años, fue monarca de la Vuelta a Austria (2023) y de la Settimana Internazionale Coppi e Bartali (2020). A la victoria en el Circuito de las Ardenas (2017) y le agrega un segundo en la clasificación general del Tour Down Under (2024).

4. Jonathan Caicedo

Otro carchense destaca integra la ‘Generación Dorada’ del ciclismo ecuatoriano. Corre para el equipo mexicano Forte Petrolike-Androni Giocattoli, de categoría continental, luego de hacerlo para el Movistar Team Ecuador, Strongman Campagnolo, y EF Education First. Caicedo, de 31 años, puede jactarse de estos éxitos: campeón nacional de la especialidad contrarreloj (2015, 2019, 2023), monarca Panamericano de ruta (2016), vencedor de la Vuelta a Colombia (2018), rey de Ecuador en la modalidad de ruta (2019). En el Giro de Italia inscribió su nombre al adjudicarse una etapa (la primera, en el 2020). En este 2024 se impuso en la Vuelta al Táchira (Venezuela).

4. Miryam Nuñez

La estelar riobambeña es la única extranjera que ha ganado la Vuelta a Colombia, para damas (2018). Además, colecciona otras distinciones: campeona nacional de ruta y contrarreloj (2015, 2019, 2021, 2024. En el 2023 no pudo hacer el doblete: en su mochila solo guardó la presea de oro de la contrarreloj). Núñez capturó medalla de bronce en los Juegos Sudamericanos (contrarreloj, 2018), oro en los Juegos Bolivarianos del 2023 (en contrarreloj, para variar), y plata en los Juegos Panamericanos 2024 (ruta). Tiene 29 años y corre para el equipo Primeau Vélo-Groupe Abadie (Canadá). (D)