En diciembre del 2012 el entonces presidente de la República, Rafael Correa, junto con su ministro del Deporte, José Francisco Cevallos, inauguró lo que se consideró sería una obra emblemática para el desarrollo del deporte esmeraldeño y de Ecuador: el Centro de Alto Rendimiento de Rioverde.

Han pasado nueve años de la entrega de esa obra y hoy uno de los cinco complejos que los promovió en su momento Raúl Carrión –uno de los primeros funcionarios del gobierno de Correa acusados de corrupción– desde el Mindeporte no puede ser usado. Rioverde exhibe un evidente deterioro en su estructura y en los escenarios que lo conforman.

Empeñados en hacer gestiones para que los escenarios de la provincia puedan ser utilizados, y que para ello sean readecuados, exbasquetbolistas como Roland Ponce, Dina Jauch, Patricio Pacheco y el entrenador Marco Antonio Sáenz de Viteri, entre otros, crearon una comisión que ha transmitido su preocupación y peticiones a las autoridades locales y nacionales.

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Ponce dice que no hay la voluntad política para facilitar que las instalaciones se usen y cree que tampoco hay interés del Gobierno actual porque el CEAR de Rioverde se construyó en la administración anterior.

Echeverría, quien es concejal en el Municipio esmeraldeño, informa: “Solicitamos a la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional que visite Esmeraldas para que verifique el estado de los escenarios deportivos. Se ofreció hacer un estudio para ver la realidad de los inmuebles, pero lamentablemente ha pasado más de un año de aquello y no se ha hecho nada para recuperarlos”.

Destrucción

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Este Diario hizo un recorrido por las instalaciones de CEAR de Rioverde. Un rótulo, al ingreso, dice: “Bienvenido. A partir de esta puerta usted está pisando territorio de campeones”. Pero ni a diez metros de la puerta principal, en lo que un día fue la pista atlética, abunda la maleza. Los carriles y un área verde están inundados de agua, la zona de saltos está cubierta de monte. El resto es más maleza por abandono. No ha habido mantenimiento.

La cancha de fútbol tampoco se salva de la destrucción. El centro del campo se ha deformado porque la contrabase de tierra y piedra le ganó al césped natural y distorsionó el círculo central de la cancha. Lo mismo ocurre en varios sectores del terreno. En tales circunstancias, la práctica del balompié es imposible.

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Muy cerca del escenario donde algún día se pensó que sería un semillero de fútbol está el diamante de béisbol. Ahí, el único lugar al que uno puede acceder sin problema es al de los graderíos. Pero esa área tampoco sirve: está totalmente cubierta por la maleza. El cerramiento, que poco a poco se va desprendiendo, tiene partes que ya están prácticamente en el piso.

El Ministerio del Deporte destinó una zona de Rioverde para rendir homenaje a los campeones ecuatorianos en torneos internacionales. Para ellos se colocaron vallas con las fotos respectivas, pero lo que quiso ser un gesto para honrar a los atletas es una muestra de falta de respeto a ellos. Todas las fotos han perdido su color y tres de seis que hay en los exteriores del complejo solo tienen el nombre. No hay otra forma de identificarlos.

Cancha con desechos

En el coliseo de básquet, como el resto de instalaciones cerradas, hay pequeños espacios abiertos construidos en la parte superior para que circule el aire. Pero las aves han hecho ahí sus nidos y los desechos caen directamente a la cancha. Pero ese no es el único castigo: el terreno de juego tiene polillas y como sucede en el CEAR de Rioverde, hay maleza y nadie ha detenido su crecimiento.

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Los males siguen en el coliseo de combate. El piso tiene desnivel, la cerámica fisuras y la pintura de sus paredes, como de todo el complejo, se ha descascarado y deja expuesta la pared. En la zona de la residencia deportiva las lluvias han dañado las puertas, que están hechas de un material que no es el recomendado para usarse en áreas exteriores.

En la zona de las oficinas sus paredes están cuarteadas, y se van cayendo las capas de cemento con el enlucido. El recuento de daños se cierra con maleza en las camineras. Esa es la realidad de Rioverde. (D)