Lucía Yépez Guzmán es histórica. La riosense consiguió, básicamente desde su explosivo 2023, lo que nadie jamás había logrado en su deporte a nivel nacional: que todo Ecuador se interese por la lucha libre. Se hizo figura pública por la vía de sus emocionantes éxitos en los Juegos Panamericanos (oro) y en mundiales (medallas doradas en sub-19 y sub-21, bronce en sénior). Yépez generó atracción por su valentía inclaudicable y por su entrega admirable.

En cada viaje que la ecuatoriana hizo para competir en el extranjero, ella regresaba con un botín de oro, también de plata o de bronce. Pero nunca con las manos vacías. Además, por su fiereza para luchar, su apodo ya se impuso a su nombre. El apelativo la convirtió en una celebridad querida y respetada. Cuando se hace referencia a la Tigra, no es necesario decir Lucía Yépez. Todo Ecuador sabe que se habla de la aguerrida exponente de la lucha libre que el pasado jueves 8 de agosto le sumó a su colección de preseas la más importante de todas: la medalla plateada de los Juegos Olímpicos de París 2024.

Yépez —número uno del ranking de la United World Wrestling, en los 53 kilogramos— en conversación con EL UNIVERSO insistió en que cumplió un sueño que tenía desde que empezó en el deporte. La Tigra reconoció que en algunos momentos de su carrera sintió que las fuerzas se le terminaban, pero el apoyo de su entrenador, Jorge González, fue uno de los pilares para sus múltiples éxitos.

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¿Qué representa este logro para usted?

Estoy muy agradecida con Dios, con todas las personas, con mi entrenador (Jorge González), que estuvo en todo momento apoyándome. Nunca me dejó, siempre confió en mí. Estoy superfeliz y ahora puedo decir que soy una medallista olímpica. Eso es maravilloso.

¿Cómo se sintió cuando se clasificó para la final y aseguró medalla?

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Muy relajada. Cuando clasifiqué me dije: “Vamos a darlo todo, porque Dios siempre sabe lo que hace; ya estoy en el podio y ahora vamos a disfrutar”. Mi entrenador me dijo: “Sal a disfrutar y da lo mejor de ti”.

¿Qué fue lo primero que se le vino a la mente en aquel instante?

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Pensé en todas las cosas bonitas y malas que he pasado en el deporte, como lesiones. También en los momentos en que decía: “Ya no voy a seguir entrenando, mi cuerpo está muy cansado”. Pero siempre tenía la voluntad y las ganas de seguir adelante. Siempre recibía la palmadita de mi entrenador que me decía: “Tigra, tú puedes, levántate”.

¿Qué sensación experimentó cuando le pusieron la presea olímpica?

Recordé cuando tenía 10 años. Era una niña muy guerrera, que luchaba por lo que me proponía y lo lograba. Cuando me pusieron la medalla me dije: “¡Ya estoy en el podio olímpico!”. Ese era un sueño que quería cumplir, porque ya tengo medallas mundiales, panamericanas, bolivarianas y ahora una olímpica. Pero no me conformo con eso. Voy a seguir buscando conseguir más triunfos. Vendrán cosas bonitas.

¿Qué cosas vendrán?

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Empieza el ciclo olímpico para ir a Los Ángeles 2028. Lo voy a hacer muy bien, me voy a preparar, porque mi medalla me motivó. Estoy muy bien. Ya le dije a mi entrenador que quiero comenzar ya el ciclo, pero me respondió que tengo que descansar. (D)