“El infierno ha sucedido y puede volver a suceder”. De esta frase partió la filósofa de origen judío Hannah Arendt cuando decidió desarrollar un estudio sobre el juicio que se realizó en 1961 en Jerusalén a Adolf Eichmann, quien era uno de los burócratas que daban la orden de enviar al pueblo judío a los campos de concentración de Auschwitz.

Una de las conclusiones a las que Arendt llegó fue que Eichmann “no era un hombre que odiaba a los judíos, no era un hombre que actuaba por convicción, era una persona normal” que tal vez se dejó vencer por “el miedo o la comodidad” y que dejó de ‘sentir’, explica la escritora guayaquileña Mariella Manrique, quien hoy a las 18:00, en el Conservatorio Sergei Rachmaninov (av. Las Lomas 430 entre la 5ª y 6ª), ofrecerá una charla sobre la vigencia del Diario de Ana Frank.

Precisamente en ese libro, que en este 2017 llegó a los 70 años de publicación, Ana Frank plasma un sentir similar al de Arendt en cuanto al tema de la corresponsabilidad de las acciones. En la obra, la joven autora habla “del daño que hacen no solamente quienes están en el poder, sino de todas las personas que tenemos responsabilidad de lo que pasa”, dice Manrique. Agrega que la vigencia de ese mensaje se refleja incluso hasta en este siglo.

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El manejo del humor, de la ironía, de la metáfora y la aguda descripción de la naturaleza humana en esta obra han provocado polémica en torno a la autoría del diario. “Se afirma que fue el padre (Otto Frank) el que lo escribió. Creo que más allá de si es un diario o no, lo interesante es lo que aporta a la literatura. Si Ana Frank no fuera la autora, entonces simplemente su padre es un escritor de ficción sobre una base real”, comenta la docente y directora de los clubes de lectura de PalabraLab, Gabriela Silva.

Añade que desde la literatura, Ana Frank le “parece un gran personaje perfilado con maestría a través de la narración. Los lectores podemos asistir a la evolución de Ana Frank desde su relato y sus reflexiones”.

Mariela Morales, autora local, refiere que siempre “será vigente el pensamiento de una mujer, como en el caso de Ana, que está preguntándose, cuestionándose, aun encerrada”. “Siempre tendrá vigencia cómo nos manejamos frente al dolor. Porque las guerras siempre estarán ahí, entonces, ¿cómo nos salvamos en una situación de guerra? Con el arte. Ana se salva escribiendo”, agrega. (I)