Aminta Buenaño nunca se imaginó que un material que en 2016 había preparado para ofrecer una conferencia en Nicaragua, a propósito del centenario de fallecimiento del poeta Rubén Darío cuando ella era embajadora de Ecuador en ese país, se convertiría en un libro. Darío en el Ecuador de mi memoria es como se titula su nueva obra que se presenta, a las 18:30 de hoy, en el Museo de la Música Popular Julio Jaramillo.

“Sucede que Darío en Nicaragua es como un prócer, como son los próceres de la Independencia, pero este es un héroe que no es guerrerista, sí podemos decir su espada es la palabra, es el lenguaje y Nicaragua lo venera, lo quiere muchísimo”, cuenta Buenaño sobre sus motivaciones para involucrarse en esta investigación.

La autora agrega que durante el desarrollo de su obra afianzó la visión que ella tenía sobre el poeta nicaragüense. “Darío en realidad fue el libertador de la literatura, porque él renovó la métrica, la forma, el estilo que se venía haciendo en el siglo XIX en la literatura, en la poesía, él fue el padre del modernismo literario... es una figura fundacional, es una figura de ruptura”, apunta.

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En esta obra de 126 páginas, Buenaño habla sobre la relación o influencia que algunos escritores ecuatorianos tuvieron sobre Rubén Darío y viceversa. “Me pareció muy motivante el tema de investigar las relaciones que tuvo Rubén Darío con escritores ecuatorianos, porque él tenía relaciones con muchos escritores del mundo, especialmente con escritores latinoamericanos”, dice la autora, quien señala que fue una experiencia “interesante, estimulante investigar quiénes eran sus amigos en Ecuador”.

Uno de estos referentes de los que se nutrió la literatura de Rubén Darío fue Juan Montalvo, explica Buenaño. Buenaño señala que la escritura del nicaragüense en sus inicios era muy parecida a la de Montalvo.

En el libro se puede encontrar la epístola A Juan Montalvo, un extenso poema de 447 versos que Rubén Darío dedicó al ecuatoriano. Lo hizo cuando tenía 17 años, y en esa obra el nicaragüense dejó plasmada la profunda admiración que sentía por el ambateño que durante las presidencias de Gabriel García Moreno e Ignacio de Veintimilla dejó ver su literatura más crítica e “incendiaria”.

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Otras figuras ecuatorianas como las de Ernesto Noboa y Caamaño, Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro, Arturo Borja también se pasean en este libro. Sus referencias se pueden leer en la segunda parte de la obra, a la que la autora tituló La Generación decapitada: a estos autores se les dio esta clasificación porque fueron prolijos escritores que por diferentes situaciones se suicidaron. (I)