El gran Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz, cita en El laberinto de la soledad (capítulo II Máscaras mexicanas) lo siguiente: “luego de escuchar un ruido en una habitación contigua, pregunté ‘¿Quién anda por ahí’, y quien contesta es la criada que recién llega de su pueblo para dedicarse a sus quehaceres domésticos; ella responde: ‘No es nadie, señor, soy yo’”. Eso es lo que el escritor mexicano denomina “ninguneo” (es decir, hacer de Alguien, Ninguno). Definitivamente cuando Alfonso Cuarón dirigió Roma hizo lo imposible por reflejar lo contrario: olvidarnos de esa persona que nos cuidó y estuvo con nosotros durante la infancia.