Escribir siempre representa un reto, y lo es más cuando se trata de guiones, porque el dramaturgo debe emocionar a la audiencia con sus creaciones. Imagínese el esfuerzo que conlleva desarrollar un texto para alguna obra teatral, serie de televisión o película; ahora imagínese querer llevar esa misma emoción a una pieza que dura poco menos de 20 minutos.

Es el microteatro, un formato teatral que llegó a Guayaquil hace pocos años de la mano del actor y director Jaime Tamariz en su espacio Daemon. A raíz de ello, esta tendencia escénica –a la que el irlandés Samuel Beckett denominara como teatro breve– se ha diseminado tanto, que ahora en la ciudad se ofrecen diversas opciones en donde se puede ver este arte.

Si bien es cierto que este auge reavivó el interés del público por las artes escénicas, algunos guionistas que escriben para microteatro consideran que se debe seguir trabajando en la calidad de las propuestas para no caer en la comercialización, refiere José Rengifo.

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“Siempre creemos que todas las ideas que estamos poniendo en el guion son buenas, pero el proceso de tener solo 15 minutos, esa limitación hace que tu cerebro se fuerce a decir casi lo concreto. Es un poco complejo sí, pero es un reto”, dice el guionista de varias producciones de Teleamazonas y TC Mi Canal.

Con la idea del reto y la comercialización coincide Ricardo Velasteguí, quien en sus establecimientos de Pop Up representa no solo sus proyectos, sino de colaboradores con los que ha trabajado en otros escenarios como en Microteatro GYE, y otros espacios.

El actor y director señala que el guionista está obligado a ofrecer al público una obra más allá de lo meramente “comercial”. Critica que ciertos creativos (no los mencionó), que suelen ser los propios directores o actores de una obra, se han concentrado en el negocio y no en la calidad de libreto. Dice que se pueden lograr obras de contenido profundo y reflexivo.

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“Hay dos aristas de este fenómeno”, dice en cambio José Flores Varas, ganador del concurso de dramaturgia Antonio Neumane del Estudio Paulsen. “El primero es el factor económico: la elaboración de una pieza de micro es inmediata, se consolida en no más de una semana de escritura y ya está. Se pueden escribir varias obras de microteatro simultáneamente y esto representa un eficaz flujo de dinero para el artista. Ahora, el otro aspecto, que es más bien ideológico y ético, tiene que ver con adoctrinar a un público que, poco a poco, se ha ido acomodando a un teatro inmediato, sin profundidad”.

Alberto Pablo Rivera, líder de The Scene (La Escena), un espacio que busca acercar la cultura estadounidense con la ecuatoriana a través del teatro, señala que en cada creación artística hay que ser lo suficientemente universal para que todos puedan identificarse y por ende sentir algo de lo que ven. Lo dice en cuanto a esta iniciativa del Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN).

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Una ola que pasará

Adelaida Jaramillo, quien realiza adaptaciones de películas para microteatro, dice que ve “que la propuesta se polarizó en piezas que, a mi criterio, no llegan a ser teatro”. “Como espectadora me acostumbré a sentir la catarsis, propia de este género, y siento que las obras que se ponen en escena en los microteatros que lo logran son excepcionales”, sostiene.

Por su parte, Oswaldo Segura, quien además de conservar su Teatro del Ángel en Urdesa, inauguró hace tres meses el Arlequín Teatro Café en la vía a la costa, afirma que como creador decidió subirse a la ola del microteatro. Pero considera que como toda tendencia, su efervescencia bajará.

“El microteatro como en todos los países ha sido un movimiento que termina siempre como todo lo que es tendencia... yo creo que en Guayaquil le queda algún tiempo más, y a la final la gente va a decidir ver más teatro, del teatro tradicional”, explica el director.

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Michelle Zamudio cree que el microteatro es un maravilloso acercamiento a la cultura. Dice que su deber en esta profesión es recomendar que no se queden solo con los formatos de 15 minutos. “En menos de 2 minutos debes atraer el interés del público, de lo contrario estarán deseando que los próximos 13 minutos pasen rápido”. (I)