\tClaridad, la cual siempre mantuvo vínculos con el viejo Partido Comunista del Ecuador. El prestigio se lo ganó a pulso y se lo debe sobre todo a la figura y personalidad de su gerente general Juan Pío Narváez Garcés, cuyo lema era 'Los libros son para ser leídos'. Era de esa clase de libreros clásicos que guiaba, aconsejada y sugería títulos a los lectores que visitaban el establecimiento.Las publicaciones de Claridad destacaban del resto de las librerías de la ciudad, su originalidad radicaba en que era la única que distribuía textos de los países del área socialista, en especial de la famosa editorial Progreso de Moscú.En su catálogo se encontraban todas las obras completas de los clásicos del marxismo, desde Marx hasta Lenin, todas en ediciones de lujo y tapa dura como en presentaciones populares, destacaban también los títulos sobre la Gran Guerra Patria, la lucha de la Unión Soviética contra la Alemania nazi, había volúmenes ilustrados con fotografías de gran calidad y los precios de estos libros eran económicos, pero aparte de la temática política y de la filosofía, también se encontraban libros de educación superior para estudiantes de ingeniería, arquitectura o ciencias químicas que eran buscados con avidez por los estudiantes de la Universidad de Guayaquil. Así como era común encontrar revistas como la popular Sputnik y la infantil Misha.Juan Pío Narváez tenía el siguiente lema: 'Los libros son para ser leídos' . Foto de ArchivoUbicada en Villamil 209-211, en pleno sector de la populosa Bahía, era sitio obligado para toda la intelectualidad de izquierda de la ciudad. Pero es la atención personalizada de Narváez lo que hacía que Claridad sea especial, se sabía el contenido de cada libro que estaba en los estantes, dando explicación detallada del mismo al potencial cliente.Aparte de eso Juan Pío permitía que estudiantes de escasos recursos pudieran hojear sin compromiso por días enteros los textos que requerían para hacer sus tareas universitarias ayudando de esta manera a decenas de estudiantes que hoy son profesionales y que mantienen atesorado en sus recuerdos la imagen de este librero excepcional.Libros de física, arquitectura, matemáticas, literatura en general y a eso se le puede agregar materiales de \tpapelería como lápices de colores Faber Castell, escuadras de madera, compases de precisión y materiales \tde pintura importados para los estudiantes de bellas artes, formaban parte del local de Librería Rodríguez, perteneciente a José Teodoro Rodríguez y que luego heredarían sus hijas Carmen y Leticia.Esta librería abrió sus puertas en 1932, estaba ubicada en Pichincha y Sucre, para luego trasladarse definitivamente a 10 de Agosto, entre Chimborazo y Bóyaca. Con atención personalizada de Carmen y Leticia Rodríguez era un local visitado constantemente por lectores y estudiantes.Por el establecimiento se podía topar siempre a clientes exclusivos como los artistas Enrique Tábara, Luis \tPeñaherrera o Jaime Villa.Es imposible no mencionar en este recorrido nostálgico los populares kioskos que se encontraban en la avenida Boyacá y Nueve de Octubre, en la extensión de casi una cuadra. Donde actualmente funcionan locales de comida y una juguetería, se encontraban ubicados varios pequeños locales que ofertaban todo tipo de textos, desde los tradicionales cómics de Batman, Superman, o las revistas españolas llamadas Hazañas Bélicas o Caravana del Oeste, además de los libros de bolsillo policíacos o los westerns de Marcial Lafuente Estefanía, las revistas de Memín y las del Santo, el enmascarado de plata, en formato de fotonovela en un papel de mala calidad.Las mujeres buscaban en esos kioskos las últimas revistas de moda como Burda, que contenían los llamados moldes para confeccionar la prenda que se promocionaba en la portada, además podían adquirir las fotonovelas románticas de Corin Tellado con los galanes de las telenovelas mexicanas del momento.Para los fanáticos de la música podían encontrar las revistas con el cancionero completo del cantante de moda y por supuesto para los amantes del fútbol estaba el local de Julio Espinoza, el hombre de la campana, hincha fiel de Barcelona Sporting Club. En el local se podían adquirir además de recuerdos del club amarillo, revistas deportivas como Estadio, Box, El Gráfico entre otras.La regeneración urbana hizo desaparecer estos puestos de revistas y libros.Cuando el libro se popularizó gracias al uso de la imprenta y con una masa de personas que ya estaban alfabetizadas se comenzó a impulsar en las principales ciudades del mundo eventos que mostraran las novedades del mundo editorial, de esta manera se buscaba popularizar la lectura.Los libreros sacaban sus productos de sus nichos, es decir, las librerías y se juntaban en un solo sitio para que la gente pudiera comprar y revisar las obras más populares del momento. Nacían las ferias del libro.Mucho antes de que nuestra ciudad entrara en la dinámica de las contemporáneas ferias internacionales \tdel libro, en el siglo pasado, exactamente desde el 26 de agosto hasta 4 de septiembre de 1985 , la Casa de la Cultura en conjunto con la Cámara del Libro de Guayaquil realizaban la primera Feria del Libro en toda la avenida Nueve de Octubre.En rústicos mesones de madera, decenas de librerías no solo de Guayaquil sino de Quito ofrecían sus novedades durante varios días. La principal calle del centro de la ciudad bullía de gente que adquiría desde novelas, cuentos hasta enciclopedias temáticas.Feria de libro realizada en Guayaquil en el año 1985. Foto de ArchivoLibrerías como Compte, Científica, Editorial El Conejo, La Española, Océano, Grijalbo, Bugambilla de Quito eran visitadas por el público ávido de lectura y que visitaban la feria hasta la hora del cierre que era a las nueve de la noche.Esta experiencia que luego iría decayendo sería retomada por el empresario Jaime Rull, quien en 2006, con apoyo del Municipio de la ciudad, abrió en el Palacio de Cristal una Feria del Libro que tuvo gran aceptación por parte del público y que contó con la asistencia de escritores e intelectuales no solo nacionales sino también extranjeros.En 2010, el Ministerio de Cultura organizó una feria paralela en el MAAC (Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo) y que tuvo varias ediciones. Extrañamente en 2013 ninguna de las dos ferias se realizaron, dejando a la ciudad huérfana de eventos de este tipo.En 2015, con auspicio del Municipio y con el lema ‘Guayaquil es mi destino para leer y crecer’, se realizó la primera edición de la Feria Internacional del Libro y que se desarrolló en el Centro de Convenciones Simón Bolívar.Esta feria, que va por su tercera edición, ha tenido invitados de la talla de Claudia Piñeiro, Leila Guerrero, Leonardo Padura, John Coetze, así como autores nacionales como Leonardo Valencia, Gabriela Aleman, Fernando Balseca, entre otros. (I)","isAccessibleForFree":false,"hasPart":{"@type":"WebPageElement","isAccessibleForFree":"False","cssSelector":".paywall"}}
Ecuador es un país donde se lee poco y en Guayaquil eso es algo más pronunciado. Esta afirmación basada en supuestos datos estadísticos, no revelan una realidad.
Ecuador es un país donde se lee poco y en Guayaquil eso es algo más pronunciado. Esta afirmación basada en supuestos datos estadísticos, no revelan una realidad. Guayaquil, la ciudad puerto por su propia condición es un centro de recepción no solo comercial sino también cultural.