Laberintos impregnados de color, de rasgos en blanco y negro y magia, ofrecen los 1.200 metros cuadrados convertidos en escenario de la exposición de la obra del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.

“Es mucha poesía, danza, color, vida, es mucho sentimiento, es arte puro, conmueve mucho todo lo que Guayasamín hace y es un honor que sea de nuestra patria”, dice Doménica Caicedo, después de admirar por un largo tiempo las obras que se exhibieron, del 2 al 30 del mayo pasado, en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, en Quito.

¿Se cumplieron sus expectativas de la exposición? Creo que las expectativas sobrepasaron, dice Érika Vargas Acosta, directora del Centro Cultural. “La verdad, esto empezó como un sueño, en un momento del año pasado, cuando me acerqué a la Fundación Guayasamín para hablar de la exposición y me dijeron que sí. Todos los días salgo de mi oficina y veo gente. En este momento, tenemos unas 3.200 personas que han visitado la muestra”, dice visiblemente emocionada.

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"Lo lindo y lo que llena el corazón, es que me quedo muy contenta, porque el público que vino, ha sido el que pretendemos como Centro Cultural, es decir, todos: jóvenes, adultos, niños, docentes, autoridades de gobierno, personas importantes por sus cargos que ocupan", reflexiona la directora.

Guayasamín: expresiones en gráfica es la primera exposición de la obra gráfica completa en Ecuador, se lo ha hecho en otras ocasiones, pero fragmentada. Sus 308 obras comprenden técnica mixta, grabados, serigrafías y litografías, resumidas en tres épocas o etapas: Huacayñan, La Edad de la Ira y La Edad de la Ternura.

Huacayñan es una palabra quichua que significa ‘el camino del llanto’, es la primera gran serie pictórica, y se resume en 103 cuadros pintados en seis años. Se divide en tres temas: indio, mestizo y negro.

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La Edad de la Ira, segunda gran serie, está compuesta por 130 cuadros. Las guerras y la violencia constituyen la temática fundamental.

La Edad de la Ternura es la tercera gran serie que Guayasamín dedica a su madre y en estas obras se evidencian colores más vivos y temas como amantes y madres con niños.

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Oswaldo Guayasamín nació el 6 de julio de 1.919, en Quito, murió hace 20 y su obra sigue más vigente cada día. Esta exposición es el primer homenaje por el centenario de su nacimiento.

"Hay una parte de su obra que no está incluida en las tres etapas, el desnudo". Erika Vargas relata una anécdota que le contó Verenice Guayasamín, hija del artista. Cuenta que, Carlos De La Torre, poeta y amigo de Guayasamín, le pidió que hiciera una serie de diseños que graficaran sus poemas. El poeta era una persona bastante conservadora y el maestro, irreverente, hizo desnudos. Ahora se exhiben junto a un libro de pasta roja, llamado El Minotauro.

Al principio para mí fue un poco complicado, no por moralismos, sino, porque es difícil cuando es una obra tan gráfica, sin embargo, dijimos que sí, porque además, le estamos diciendo al público que es la obra completa y se hizo en la sala del segundo piso, explica la directora.

La gente lo ha tomado desde el punto de vista artístico. Lo interesante de esta obra (desnudo), es que muchísima gente creo que no la conocía y tampoco sabía desde dónde venía. Viene de El Minotauro, dice.

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Es la primera vez que visito un lugar tan lleno de diversidad y de emociones, es grato saber que tenemos todavía viva a una persona que ya no está con nosotros. Pienso que los desnudos es una parte fundamental de nuestra vida humana. No lo hace con un tinte de morbo, sino, con un tinte de expresión cultural que, se puede ver las líneas, las fracciones de nuestra parte mestiza y muchas de ellas, llevadas a nuestro indio que tenemos dentro y a curvas de nuestra mujer, dice el médico Luis Manzano Hernández, después de ver la exposición. (I)