La princesa Charlene de Mónaco ha estado ausente en los recientes actos oficiales que conlleva su cargo como la esposa del príncipe Alberto de Mónaco. Ha sido cuestionada por esto y también por la tristeza y aspecto que denota cuando ha sido vista.

En una entrevista en exclusiva que ofreció a la revista Huisgenoot, de su país natal, Sudáfrica, la exnadadora abrió su corazón, desvelando algunos secretos de su vida familiar.

Confesó que no ha tenido un buen año, ya que perdió a dos amigos en un intervalo muy corto de tiempo: “Murieron los dos en 10 días. Fue increíblemente doloroso”.

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Añadió que a esa tragedia suma la preocupación por el estado de salud de su padre, Michael Wittstock, que también tuvo que ser operado: “Este año definitivamente me dio un golpe bajo. La gente dice ‘Oh, ¿por qué no sonríe en las fotos?’. Bueno, a veces es difícil sonreír. No saben lo que está pasando en el fondo”, aseguró la princesa consorte, de 41 años de edad.

Además, indicó que añora su país y a todos sus amigos. “Tengo el privilegio de tener esta vida, pero sí echo de menos a mi familia y a mis amigos de Sudáfrica y me siento triste porque no siempre puedo estar allí para ellos”, reconoció.

Sus respuestas no sorprenden ni a los propios súbditos del principado, porque se puede saber, ya que es un secreto a voces que ella no se siente muy cómoda en el ambiente que rodea al Palacio de Mónaco y tampoco hay una complicidad especial familiar.

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Charlene compensa esa tristeza con la cercanía de su hermano Gareth, su cuñada, Irish, y sus dos sobrinos, quienes viven desde hace un tiempo en Mónaco. Con ellos y algunos amigos de siempre se la ha visto más natural y divertida. Con la familia de su marido se ha evidenciado muy distinta, principalmente con sus cuñadas, Carolina y Estefanía de Mónaco. (I)