Por años Cervantes ha acompañado el camino de Edna Iturralde, la inspiró incluso a escribir la biografía para niños Conociendo a Miguel de Cervantes. Es justamente Alcalá de Henares (España), ciudad de origen de la máxima figura de la literatura española, que hoy reconoce la labor de la escritora ecuatoriana, convirtiéndola en la segunda latina en recibir el Premio Iberoamericano Cervantes Chico, en esta ocasión en su edición 2020.

Fue la mañana del martes 14 de julio cuando Iturralde recibió la llamada del propio alcalde de la ciudad, Javier Rodríguez Palacios, quien además de darle la buena noticia prometió llevarla a conocer la ciudad española. Confiesa que su primera reacción fue llorar de emoción, su voz detrás de la bocina lo confirma.

"Para mí mi patria es importantísima, yo le amo al Ecuador, y claro yo estoy feliz por mí no lo puedo negar, pero estoy más feliz todavía por mi patria", expresa.

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El premio reconoce su trabajo como pionera de la etnohistoria y por haber iniciado e impulsado la literatura infantil y juvenil en Ecuador. “Yo no sabía que era la pionera solo lo hice porque soy una persona apasionada por mi país”, afirma Iturralde sobre su trayectoria literaria.

Explica que fue la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) que la postuló al premio que desde el 2019 incluye la categoría Iberoamericana, como una mención especial a un escritor o escritora residente en cualquier país de Iberoamérica, de amplia resonancia y de reconocido prestigio en el ámbito de la literatura infantil y juvenil

Iturralde es autora de 64 libros, de los cuales cuatro forman parte del currículo de los colegios hispanoparlantes de Estados Unidos. Ha sido nominada cuatro veces para el premio internacional ALMA (Astrid Lindgren Memorial Award) de Suecia. Su obra Verde fue mi selva, fue escogida entre los 10 libros más significativos e imprescindibles del siglo XX para formar el ‘Canon Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil’.

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"Para mí es más honroso tener este premio que el ALMA porque yo escribo en español, porque yo admiro a Cervantes, porque para mí la lengua castellana es muy importante, Ibeoamérica es muy importante para mí", dice.

Iturralde se caracteriza por incluir en sus obras elementos como la multiculturalidad e interculturalidad; es así como ha publicado libros como: Lágrimas de ángeles, Cuando callaron las armas, Entre cóndor y León, entre otros. Su última obra se titula El puente de los coyotes.

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Cuenta que un trabajo solicitado por la UNICEF, en el que tenía que escribir cuentos con valores para los niños, la llevó a realizar obras de este tipo. Luego de hacer un exhaustivo estudio de investigación en 14 lugares de Ecuador llegó a la conclusión que al país le hacían -y le hacen, dice- falta dos valores: la identidad nacional y la autoestima. "Lo que no se conoce no se respeta, y lo que no se respeta no se ama", indica.

"Yo quería ser un puente de empatía entre las diferentes etnias, los pueblos, las nacionalidades de nuestro país, quiénes somos los ecuatorianos y dónde vivimos y cuáles son las costumbres arraigadas, somos un mismo país, pero tenemos diferencias que son interesantes, entonces eso es lo que yo quería contarles a los niños", añade la escritora sobre un trabajo que tuvo como resultado 6o cuentos distribuidos en tres tomos para diferentes edades.

Relata que su amor por la literatura infantil nació a los once años, cuando cursaba el quinto grado de escuela, tras escribir una comedia para un trabajo y recibir la aprobación de su maestro. En ese entonces, a modo de juego, creaba cuentos con los personajes que sus propios compañeros le daban y después se los regalaba. Esta experiencia le permitió decretar su futuro: "Cuando yo sea grande voy a hacer dos cosas, mamá y escritora”.

“He logrado las dos cosas, tengo seis hijos de carne y hueso, tengo once nietos y tengo 64 hijos de papel", indica Iturralde antes de soltar una cálida risa.

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Futuro libro

Cuenta que su confinamiento le ha permitido dar a luz una nueva novela de aventuras a la que ha decidido llamar El abuelo que tejía historias.

Indica que se trata de un homenaje al pueblo otavaleño, en el que presenta la historia de un niño crecido en Estados Unidos que llega a Otavalo a quedarse un tiempo con su abuelo, quien es yachac, (curandero). Durante este tiempo, el anciano comparte historias tradicionales con el pequeño.

Se define como una persona positiva y muy creyente en Dios, observa a su nueva obra como un resultado bueno de estos momentos de crisis. “Las nubes grises siempre tienen otro lado que es plateado”, expresa.

La ceremonia del Premio Iberoamericano Cervantes Chico está prevista para octubre de este año, en España. (I)