Ramiro Cepeda Alvarado, director de la editorial Edino, recuerda aquel agosto del 2003 cuando en los exteriores de La Librería se colocaban tres cuadras de filas de personas, que -con la ilusión sobre los hombros- estaban a la espera de recibir un autógrafo de Quino -de esos que hacía con un dibujo-, quien se encontraba en Guayaquil por primera vez.