Actualización: Tras la declaración de estado de excepción en territorio ecuatoriano, el concierto de esta noche fue suspendido. El Teatro Sánchez Aguilar confirmará oportunamente la nueva fecha del recital.

Tras más de quince años dirigiendo la Orquesta Académica de Madrid, que fundó en 1997, Íñigo Pirfano (50 años) empezó a viajar por algunos países como director invitado. Con su batuta conquistó algunos escenarios del mundo, entre esas ciudades de Latinoamérica que empezaron a ser muy frecuentes en el currículo del maestro, pero a Ecuador nunca había venido. Hasta hace un año y medio que tuvo a su cargo la Orquesta Sinfónica de Loja, de la que lleva gratos recuerdos, pues desde la semana pasada es el director titular de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSFG) con la que tendrá su debut este jueves (ahora suspendido) en el Teatro Sánchez Aguilar.

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“Vengo con mucha ilusión de trabajar con esta gran orquesta que es una institución que va a cumplir 75 años, que es muy sólida, con un enorme peso en el mundo cultural de esta ciudad y de todos los países”, expresa en una entrevista con este medio.

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Sostiene que su deseo es que la orquesta guayaquileña se constituya como un referente en todo el continente, para que lo que continuará con el trabajo de llevar adelante programas que sean especiales, novedosos y que aporten. “Se trata de hacer propuestas muy bien armadas, y pensadas, para que vengan a ocupar un nicho, que no ocupa el resto de las orquestas... nosotros queremos ofrecer una programación diferente, fresca, atractiva, trabajar para el público más joven”, dice Pirfano, quien en el 2017 quedó finalista para ser el director, pero en aquel entonces el concurso lo ganó el maestro Dante Anzolini, quien estuvo en el cargo hasta enero de este año.

Íñigo Pirfano durante la entrevista con diario El Universo.

El director español recibe al equipo de este medio en la que ya es su nueva casa; con una camisa polo, que va en juego con un pantalón caqui y una mirada observadora, quizás algo propio de su profesión de filósofo. Lo cierto es que a medida que fluye la conversación es notorio su acercamiento y respeto por la palabra.

Cuenta que se decidió un poco tarde en la música como profesión, a pesar de que toda la vida estuvo rodeado de este arte gracias a su padre, Pedro Pirfano, quien también fue director de orquesta. Este camino lo emprendió luego de licenciarse en filosofía en una universidad de Madrid.

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Su gusto y conocimiento por el teatro, el cine, la literatura y la música lo llevó a decidirse por un oficio que reúna todas estas detrezas. “Quería dedicarme a las humanidades, pero no sabía muy bien en qué campo en concreto y a la final me he dedicado a la dirección de orquesta, en la que todo eso juega un papel importante, porque un director de orquesta tiene que ser músico, pero también tiene que tener expresividad, lenguaje corporal, tienes que comunicar”, afirma el hombre que viajó hasta Austria para estudiar Dirección de Orquesta, Coro y Ópera en la Universität für Musik und darstellende Kunst “Mozarteum”.

Íñigo Pirfano, es un director de orquesta nacido en Bilbao. Actualmente es el nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil. Foto: Cortesía de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil

Para Pirfano la música toca almas y es una herramienta de transformación. “La música penetra sutilmente en nuestro interior, y con frecuencia nos sacude, como que nos pone en frente de nosotros mismos y nos hace preguntas. En ese sentido la música es una indiscreción total. Nos invita a ser mejores personas, a sacar lo mejor de nosotros mismos”, expresa.

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Por este motivo es un fiel creyente de que la música debe estar insertada en la vida de cada persona desde la escuela y de una forma amable y no obligada. “La presencia de la música en los sistemas educativos conforma una manera determinada de entender el mundo, porque la música te deja desarrollar competencias, un pensamiento abstracto, una escucha activa... te hace más competitivo en el mundo laboral, aún cuando vayas a ser periodista, abogado, médico...”.

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Mientras que a la dirección la describe como un ejercicio especial, que va de la mano del conocimiento, la inspiración, el trabajo, y la interpretación. “A la vez yo tengo que ser un gran motivador”. Un ejercicio en el que cuida el ambiente, pues afirma que cada ensayo es parecido a una reunión de amigos. “Me gusta generar un espacio de sano intercambio de pareceres”, acota.

Es así como no da paso a la tiranía, pues la humanidad es parte fundamental de todo trabajo en equipo. “La gente no viene a ser dirigida por un tirano... afortunadamente cada vez hay menos espacios para los tiranos”, enfatiza.

“La excelencia musical que debe tener una orquesta sinfónica, solamente se alcanza cuando has puesto el mismo esfuerzo, y el mismo profesionalismo en cuidar las relaciones humanas... una orquesta en la que el ambiente no es bueno nunca puede tocar al máximo nivel de sus posibilidades, nunca va a dar una presentación que emocione al público”, añade.

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Conferencista y escritor

El nuevo director de la OSFG dice complementar muy bien sus dos profesiones, la música y la filosofía. “Ambas consisten en la interpretación de textos... un filósofo es un intérpete”, refiere sobre las partituras musicales y los pensamientos de autores clásicos.

Sin embargo, tiene otras dos facetas que le permiten llegar al público a través de la palabra. Una de ellas es la de conferencista, con la que ha participado en diferentes foros de Europa y América Latina, como el IESE Business School, Fundación Telefónica, Banco Santander, Fundación Rafael del Pino, y el año pasado fue uno de los invitados al BBVA, de diario El País, donde ofreció la charla Besos de música para el mundo.

“Esas ocasiones me permiten alejarme del día a día, y de repente cultivar una faceta, que aunque está relacionada con todo esto, es otra cosa y puedes hacer mucho bien a mucha gente... puedes dar ideas, transmitir mensajes sobre los que la gente no ha pensado suficientemente y ofrecerles material para la reflexión y para la propia mejora personal, desarrollo personal del que tanto se habla”, comparte.

Su otra faceta tiene que ver con la palabra escrita, el español ha publicado tres libros hasta el momento (Ebrietas: el poder de la belleza, - Inteligencia Musical, y Música para leer: siete notas para amar la música). Y en noviembre tiene previsto presentar su cuarto libro denominado Una nueva melodía.

Describe a esta parte de su vida como una oportunidad para poner a la música en diálogo con una realidad cultural más amplia. “Escribir libros para mí es la actividad opuesta y perfectamente complementaria a la interpretación musical... porque interpretar música es trabajar durante una semana en algo tan efímero como un concierto, y es maravilloso... y el escribir libros es lo opuesto y lo más complementario a eso, porque los libros quedan por siempre, y de alguna manera puedo plasmar en unas páginas mi quehacer de cada día, mis reflexiones”, menciona.

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Aunque la música clásica es su base, con Mahler y Mozart entre sus favoritos, dice gustarle el rock y recientemente descubrió que también le gusta la cumbia; esto tras un concierto sinfónico que ofreció junto a Don Medardo y sus players. “Siempre con una orquesta sinfónica tienes que cultivar otros géneros, que no son a los que más tú te dedicas, pero siempre me parece interesante abrir la mente y los oídos a otras formas de expresión musical”, menciona.

Conociendo a Ecuador

Nacido en Bilbao, revela que no ha tenido mucho tiempo para conocer los sitios turísticos de de Ecuador. Pero en las giras que ha tenido como director orquestal ha sido testigo de la belleza de Quito, Cuenca (a la que describe como una cajita de música), Loja (uno sus sitios favoritos para vivir) y ahora Guayaquil, a la que define como una ciudad de contrastes pero encantadora.

Por su estadía en Loja, es más conocedor de los platos de la sierra como el locro, el repe, la cecina. Pero ha colocado al ceviche como el plato estrella de la Perla del Pacífico, mientras que al encebollado aún lo tiene pendiente.

Concierto debut

Chinatsu Maeda, maestra japonesa que estará como pianista invitada en el concierto de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil. Foto: Alexandra Casulo

Este jueves 10 de agosto debutará como director titular de la OSFG con el concierto Rhapsody in Blue, que se dará en el Teatro Sánchez Aguilar.

Se trata de un show que fusiona la música clásica con el jazz, cuyo nombre proviene de la obra compuesta por el compositor George Gershwin. Esta pieza será interpretada en el piano por la maestra japonesa Chinatsu Maeda, quien reside hace más de 20 años en Quito y quien cuenta que el público se encontrará con un espectáculo muy divertido.

Será la primera vez que la pianista toque con la orquesta y en Guayaquil, algo que le genera muchas expectativas e ilusión. “A mí me encanta compartir con otros músicos... el concierto es como un tipo de milagro para mí, porque no conozco a todos los integrantes, ni al público... en esos 25 minutos estaré compartiendo con tanta vida, disfrutando juntos”, dice la artista que considera que cada presentación es única.

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Su intervención durará aproximadamente 25 minutos, mientras que el show entero tiene previsto durar casi 1 hora y 15 minutos.

Chinatsu, quien tiene más de 40 años en la música, antes ha tocado con la Orquesta Sinfónica de Cuenca, la Orquesta Juvenil de Ecuador, Orquesta Ciudad de Quito, entre otras. “El piano es mi vida, porque puedo compartir todos mis sentimientos”, expresa.

El espectáculo será a las 20:00 en el sala principal del Teatro Sánchez Aguilar. La entrada tiene un costo de $ 10, por la página web teatrosanchezaguilar.org, en la aplicación o boletería del teatro. (I)