Original del dramaturgo Alfredo Sanzol y dirigida en Guayaquil por el español Pepe Bablé, el Teatro Sánchez Aguilar apuesta por La ternura como su próxima producción, que se estrenará este jueves 20 de julio, a las 20:00.

La ternura llevará a los asistentes a una época en la que el destino de la mujer estaba ya decidido de antemano. Pero una mujer, la reina Esmeralda, se rebela contra ello: no quiere que sus hijas pasen por lo que ella pasó. La trama tiene lugar en una isla en que la habitan un grupo de tres hombres y otro grupo de tres mujeres, pero ninguno de ellos sabe de la existencia de los otros.

La obra será interpretada por Itzel Cuevas (reina Esmeralda), Lucho Mueckay (leñador Marrón), Cristopher Solórzano (leñador Azulcielo), Jeff Nieto (leñador Verdemar), Michelle Zamudio (princesa Rubí) y Estefanía Alarcón (princesa Salmón).

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Este Diario conversó con Pepe Bablé y Ramón Barranco, director artístico del Teatro Sánchez Aguilar, sobre su nueva puesta en escena.

¿Por qué es pertinente ponerla en escena en este tiempo?

Barranco: En los últimos tres años, y con la apertura de este espacio al que hemos denominado teatro al aire libre, llevábamos haciendo teatro clásico, empezamos con Cervantes y continuamos con otros autores como Tirso de Molina y nos pareció apropiado volver a apostar porque el público disfrute de más teatro clásico. En este caso, La ternura no es una obra clásica, es una obra reciente, escrita en 2017, pero la intención del autor Alfredo Sanzol es acercar el teatro clásico de una manera amigable a un público joven, pero sobre todo a un público no habituado al teatro clásico y que pudieran ser obras que tuvieran un acercamiento por el tono de comedia

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¿La obra busca dejar un mensaje al público?

Barranco: Sí se topan cosas en todo ese totum revolutum que se crea de relaciones, de cambios de roles, etcétera. Sí es una comedia, que aunque es delirante en muchos momentos, mete el dedito en la llaga en algunos temas y así habla de algo que se ha comentado recientemente, como es el patriarcado y cómo las mujeres se rebelan a la idea de que los hombres tengan que decidir por ellas, con quiénes se casan o no se casan.

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Pepe, ¿cómo te sientes trabajando en la escena teatral guayaquileña?

Pepe: Me siento muy bien y honrado de que una institución como el Teatro Sánchez Aguilar apueste por mí en cierta medida en esta iniciativa que se está haciendo con el teatro clásico español. Me he encontrado con un grupo humano, artístico, técnico y de producción maravilloso, y además los seis actores que me acompañan en esta aventura.

¿Qué le ha aportado cada uno de ellos a sus personajes?

Pepe: Yo siempre parto de la teoría de que los personajes no existen. Lo que existe es una cantidad de letras puestas sobre papel blanco que luego el actor o la actriz a quien le corresponda tiene que tener el valor suficiente para saber interpretarlo. Entonces, ellos, tan divinamente, le están poniendo tanto la corporalidad como, digamos, la carne y los huesos que ese personaje debe tener para hacerlo creíble y real.

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¿Cómo se ha trabajado la puesta en escena y qué le aporta el que se presente en la tercera sala que es una experiencia más íntima?

Ramón: Como tú bien apuntas es una obra íntima y necesita de esa cercanía porque no tiene una cuarta pared, en general, el teatro isabelino no tenía cuarta pared. Y, como suele decir Pepe, La ternura realmente es un cuento que los actores cuentan al público, lo que pasa es que el cuento, en vez de tener una sola voz, tiene las voces de todos los personajes y de todos los actores. Entonces, en ese sentido sí requiere esa intimidad, porque quizás en la sala principal se habría perdido ese tono.

Es una obra reciente con vestuario clásico...

Sí, el propio autor decidió que el vestuario sí fuera clásico, así que el vestuario, sobre todo el de las mujeres, es de la época Isabelina, porque el de los hombres puede ser más atemporal. Y allí contamos con el trabajo de Gabriela Andrade, quien ha hecho un trabajo estupendo. La iluminación también se ha convertido en otro actor más y es importante cómo va marcando el paso del tiempo o los espacios.

¿Qué significa que haya sido merecedora del premio Max?

Ramón: Y también, cuando el libro se publicó obtuvo el Premio Valle-Inclán. Pero los premios Max en España son los grandes premios del teatro, son los Goya del teatro, y premian a las mejores producciones y direcciones y eso ya te dice mucho de lo que verán en Guayaquil.

Entonces, ¿qué puede esperar el público que vaya a ver La ternura al Teatro Sánchez Aguilar?

Pepe: En primer lugar, un espectáculo muy tierno (risas) y luego también un espectáculo muy divertido, el público va a salir con una sonrisa de oreja a oreja porque también la función es muy dinámica, tiene muchísimo ritmo y guiños a muchísimos temas de actualidad. Tiene escenas muy histriónicas y van a salir muy contentos.

Ramón: Y además la obra juega con aquello que ha sido un leit motiv siempre a lo largo de la historia del teatro y de la vida, que son los malentendidos entre hombres y mujeres y lo que pensamos de forma genérica los unos de los otros. Y seguramente, si vienen en pareja a verla juntos, que espero que vengan muchas, se van a reír porque a todos nos ha pasado algunas de las situaciones que se cuentan, en algún momento de la vida.

Pepe: Y fíjate que lo gracioso es que no hay lucha entre sexos. Hay juegos de equívocos, pero no una lucha y eso es un aporte muy importante del texto a la actualidad.

Entrada única: $ 30, a la venta en www.teatrosanchezaguilar.org, app o boleterías del teatro.