Francisco ‘Pancho’ Cabanilla es una figura televisiva del recuerdo. El que un día fue el conductor de los programas favoritos de las familias ecuatorianas vive ahora otro sueño y camina en una dirección alejada de las pantallas pero manteniéndose como figura principal de su nuevo proyecto.

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Francisco, a quien sus amigos llaman Pancho y su familia, Pancho Pepe (uniendo su otro nombre, José), también se llama Daniel Antonio de Jesús. Todos los nombres tienen su justificación. Los dos primeros porque así se llamó su padre. El tercero por su abuelo materno. Y el cuarto porque sus padres se casaron el día de la celebración de ese santo.

Su labor durante doce años fue ser consultor de administración de servicio al cliente. Luego empezó en la televisión de manera circunstancial gracias al impulso de su amigo Alfredo Adum aunque ya tenía experiencia como asistente de producción, la cual ganó mientras estaba en el colegio.

“Un día recibo una llamada de Alfredo, me dice ‘quiero hacer un programa de televisión contigo, se llama Quién sabe, sabe y tú eres el único que lo puede hacer’”, recuerda. Cabanilla dice que su amigo vio en él el alumno que estaba entre los 12 mejores cuando asistían al instituto y sus habilidades en oratoria que eran para recordar.

Pancho trascendió a la fama en 1985 como conductor de ese mismo programa junto con Ana Buljubasich. Estuvo apartado de la televisión por más de 10 años donde aprovechó y alimentó sus estudios y su currículum profesional, fue el director ejecutivo del ITV (Instituto de Televisión) de 1993 a 1998 y luego regresó a la pantalla posicionándose en Ecuavisa como presentador del Pozo millonario.

Fácilmente se gano el amor de los televidentes y también su credibilidad, pues se transformó en un personaje muy querido por su carisma y genuinidad. La televisión es muy seductora y tiene una alta capacidad para llevar a alguien a la fama, le explicó Cabanilla a Mariela Viteri en una entrevista digital el año pasado.

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Fue el “ser yo mismo”, que enamoró a los ecuatorianos. “En el programa me faltaba dar la misa no más; di todos los programas musicales, los shows con artistas, eventos especiales, el Miss Ecuador, yo hacía de todo”, recuerda de aquella época entre 1985 y 1992.

Era muy fácil caer en el halago y es por eso que él se prometió no ser notorio sino ser notable: “ahi comenzó un punto de quiebre en mi vida. Me interesaba que la gente me recuerde desde la credibilidad, desde el respeto”.

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Cabanilla entonces se dedicó a inspirar y nutrir el espíritu humano, y a no quedarse en la “banalidad del aplauso”. Ahora tiene 62 años y se dedica a dictar seminarios como líder en comunicación. Se describe como gestor de cambios organizacionales y en sus redes sociales está muy activo aunque comparte muy poco de su vida personal y mucho de las charlas que imparte para transformar grupos ejecutivos y empresas.

Pancho Cabanilla junto a su familia, en un viaje a Colombia. Foto: tomado del instagram @pcabanillah

Vive su presente junto a sus hijos Francesca (36) quien le ha dado unos hermosos nietos, María José (29), una maquilladora profesional y Francisco (22) que ahora es creador de videos y un entusiasta del cine. (E)