“Al artista no se lo hace; al artista se lo pule. Ya nace. A cada uno Dios le da un don”, afirmó la cantante guayaquileña Fresia Saavedra Gómez, fallecida la mañana de este jueves, 18 de julio, a los 90 años de edad. “Mi ángel se me fue”, expresó con pesar su hija, la también intérprete Hilda Murillo.

‘No veo la recuperación de mi madre’: Hilda Murillo habla sobre la salud de Fresia Saavedra, quien continúa en cuidados intensivos

Durante una entrevista con Diario EL UNIVERSO en octubre de 2015, Saavedra compartió sus premios y sus recuerdos, entre ellos aquello de que su talento “nadie lo pulió”. “Yo nací para cantar, y los años me han hecho; pero no solo eso: yo traté de buscar que uno que sepa más que yo me enseñe; me fui al conservatorio”. Su voz, aseguró, estaba entera.

Nacida el 8 de septiembre de 1933, la Señora del Pasillo empezó a cantar a los 5 años y llegó a grabar seis canciones con Julio Jaramillo para la disquera El Cóndor, que dirigía su esposo, Washington Murillo. De hecho, el primer disco del Ruiseñor de América contó con la voz de ella.

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Fue integrante de dos dúos: Las Porteñitas, junto con Blanca Palomeque, y el Saavedra-Mendoza, con Maruja Mendoza.

Fresia Saavedra, 80 años de la voz de Guayaquil

En mayo de 2017, en una nueva conversación grabada por este Diario, afirmó que la música es lo más grande que tiene el país. “Trabajé muchos años en las escuelas, y encontré que hay mucho talento escondido y no ha habido la oportunidad de que se haga conocer. En el futuro, cuando me jubile, seguiré con la música (...), regalar, dar lo que Dios me dio a mí a otro ser”, dijo, y lo hizo al ser docente de canto en el Museo de la Música Popular Julio Jaramillo, de Guayaquil, en el área de la Escuela del Pasillo Nicasio Safadi.

Y en 2023 celebró sus 90 años de vida y 85 de camino musical. Porque Saavedra, que creció en el Guayaquil de la década de los 40, escuchaba música nacional en la radio desde la infancia, en ciertos horarios, porque el servicio eléctrico era limitado. Así aprendió las canciones que su madre, Susana Gómez, solía cantar en casa.

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Su debut fue en un programa infantil de radio. A los 12 años, su talento fue descubierto por un empresario radial que la contrató como cantante. Su pasión y talento por la música fueron heredados, especialmente de su padre, violinista, a quien considera su único maestro.

En las estaciones de radio conoció a cantautores ecuatorianos, como Elvira Velasco, los hermanos Montesci, Carlos Rubira, Olimpo Cárdenas, entre otros, y colaboró con los compositores Francisco Paredes Herrera y Carlos Silva Pareja. Y ella escribió 37 temas musicales. Grabó uno de ellos, La niña exigente, para un disco de Juan Fernando Velasco.

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Para recordar a Fresia Saavedra hay que escuchar una de sus grabaciones emblemáticas, Destino cruel, que hizo con varios artistas, entre ellos con su hija, la exponente de música ecuatoriana Hilda Murillo, a quien empezó a educar en el canto cuando cumplió 4 años.

Hilda fue tal vez su primera alumna, pero desde 2008 una treintena de aprendices llenó su aula en la Escuela del Pasillo.

Pero ella siempre consideró que su mayor éxito musical en Ecuador y más allá fue el porro El ladrón, creado por el compositor colombiano Arturo Ruiz del Castillo: “Corra, papá, ¡ay!, pero corra, mamá. / Enciendan pronto las luces, / traigan pronto la escopeta, / que en mi pieza hay un ladrón”.

Debido a su popularidad, los políticos la buscaron para grabar sus temas de campaña, y ella accedió en algunos casos: con Carlos Guevara Moreno, quien ganó la Alcaldía de Guayaquil; con Assad y Abdalá Bucaram, Sixto Durán-Ballén, Francisco Huerta Rendón y otros. “Todos me buscaban. La mayoría de las canciones son mías. Yo lo hacía sin ningún interés, porque ni siquiera me pagaban. Mejor dicho: nunca pedí nada”, relata.

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Sí recibió homenajes, pero todo fue simbólico, diplomas y medallas. Recibió solo una vez una joya, que perdió, de José María Velasco Ibarra, quien contó con ella para su quinta candidatura a la Presidencia de la República, en 1968.

En 2021 fue afectada por el coronavirus, y eso le dejó complicaciones y cambios en su estilo de vida. Por ejemplo, según contó, dejó de bailar en exceso y empezó a dividir su tiempo entre su familia más cercana. Y, sin embargo, se mantuvo activa en sus labores cotidianas, cocinando, escuchando música y planificando las clases para los jóvenes talentos.

El pasado viernes, 12 de julio, Hilda Murillo anunció que su madre estaba en un cuadro clínico de alta gravedad como producto de una caída sufrida semanas antes. Estuvo en una unidad de cuidados intensivos desde entonces. Su último concierto había sido en Galápagos, en febrero de este año.

Murillo, junto con amigos artistas, organizó una velada para recaudar fondos que se desarrolló el pasado sábado 13 en el Centro de Eventos Costanera, en Urdesa. (I)