Durante casi tres mil años de la historia de la humanidad, los libros han sido el reservorio para preservar el conocimiento, pero esto no solo lo ha convertido en objeto de admiración, sino también de temor, censurándolo o destruyéndole por parte del fuego para de esa manera de manera equivocada parar el poder de las ideas.

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En este nuevo siglo, cuando pensábamos que viejas prácticas de intolerancia habían quedado atrás, los acontecimientos nos hacen ver que estamos equivocados, en febrero de este año un pastor evangélico en EE.UU. envió a la hoguera decenas de libros de autores que consideraba que eran perniciosos y “demoníacos” para la juventud norteamericana, entre ellos se encontraban obras de Harry Potter, Crepúsculo, El origen de las especies, entre otros.

Foto real de la quema de libros que un pastor organizó en Estados Unidos. Foto: @ pastorlocke

De la misma manera, en uno de los Estados de la Unión, un establecimiento educativo dispuso sacar del pensum académico al libro Maus, de Art Spiegelman, novela gráfica que trata sobre el Holocausto judío.

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Esto demuestra que algunos libros siguen causando molestias, pues el ataque a ciertos textos ha sido una constante histórica desde la antigüedad, pero su intensidad inquisitorial se ha intensificado desde la Edad Moderna. Los atacantes del libro se los puede identificar desde el propio Estado y de ciertos grupos de poder cuya finalidad es negar la verdad y erradicar el pasado.

En Maus´, de Art Spiegelman, los judíos son representados como ratones y los nazis como gatos. Fue la primera novela gráfica en obtener un premio Pulitzer.

La destrucción de la biblioteca de Alejandría por las tropas romanas de Julio César es algo que los historiadores han considerado un verdadero crimen, esta biblioteca creada por Alejandro Magno y que era considerada el centro de conocimiento de la antigüedad fue pasto de las llamas durante la conquista romana de Egipto.

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Ya en el siglo XV, la Iglesia convertida en un poder importante se convierte en vigilante de la moralidad, por ese motivo en 1487 el papa Inocencio VIII dispone que los obispos tienen como tarea vigilar la difusión de libros contrarios a la moral.

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La biblioteca de Alejandría fue incendiada por las tropas romanas de Julio César. Este grabado recrea el incendio que destruyó parte de la Biblioteca en el año 47 a.C.

La iglesia y el Poder político consideraron que tanto la imprenta como el libro son armas poderosas, por ese motivo la primera establece el Index Librorum Prohibitorum, el famoso Índice de los Libros Prohibidos, era el lugar donde iban a parar todas las obras que los censores de la Iglesia consideraban contrarios a la religión y a las autoridades monárquicas.

Pero esto no fue el único intento de destruir el conocimiento que se hallaba en los libros, durante la Reforma protestante del siglo XVI los dos bandos procederían a la confiscación de obras escritas por autores que no se ajustaban a los dogmas de cualquiera de las dos religiones, y luego serían condenadas a las llamas para evitar la propagación de ideas maliciosas.

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Desde la existencia del Índice y luego de la censura estatal, se procedió a censurar todo aquello que era considerado propagador de teorías peligrosas, ahí reposaron obras de Copérnico, de Galileo Galilei, las obras de los enciclopedistas franceses, y ya en tiempos más modernos títulos como El espíritu de las leyes, de Montesquieu; El origen de las especies, de Darwin o las obras del marqués de Sade, las de Baudelaire, Henry Miller o el Ulises, de James Joyce.

Pero un acontecimiento del pasado siglo ha marcado a la humanidad, donde nuevamente la intolerancia política fue llevada a los extremos. El 10 de mayo de 1933 en Berlín y en otras ciudades alemanas se levantaron grandes hogueras donde fueron quemados libros de la autoría de Karl Marx, Lenin, Erich Marie Remarque, Brecht, Freud, H.G. Wells, la Torá y el Talmud entre otros autores que vieron sus obras pasto de las llamas, mientras el demoniaco ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels arengaba a los jóvenes a despertar a Alemania de la influencia de obras malsanas.

Quema de libros por los Nazis el 10 de mayo de 1933 en Berlín. Foto: Foto historia.nationalgeographic.com.es

Con esa misma tónica las brutales dictaduras militares latinoamericanas confiscaron y destruyeron cientos de obras simplemente por el hecho de no representar lo que ellos consideraban la cultura y moral occidental.

A pesar de los peligros, el libro sigue representando la luz del pensamiento y como dijo Hellen Keller cuando se enteró el horror de la barbarie nazi: ‘’Podéis quemar mis libros y los libros de las mejores mentes de Europa, pero las ideas que hay en ellos se han filtrado a través de millones de canales y continuarán estimulando otras mentes’.’

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Libros prohibidos en Ecuador

La prohibición de ciertos libros también fue una práctica habitual en el país, tanto en la época de la Colonia y bien entrada la República, aquí repasamos algunos casos.

Entre los siglos XVI Y XVIII se fue introduciendo de manera gradual la imprenta en todos los territorios que eran colonias de España, en el actual Ecuador se instala la primera de ellas en el año de 1735.

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En estos territorios la Iglesia y la Monarquía hispana buscaron establecer un férreo control sobre los libros que buscaban ser impresos, pues tanto la imprenta como el libro eran consideradas armas poderosas. Por ese motivo el poder colonial dispuso expedir una Real Cédula para aprobar instalar una imprenta, y para imprimir un libro se debía tener una orden especial llamada imprimatur que significaba imprímase.

Algunas prácticas de censura contra los libros en Ecuador

  • 1874. La iglesia impone una severa censura a la obra de Juan Montalvo, La dictadura perpetua, que incluso tiene que ingresar al país de manera clandestina para evitar ser confiscada.
  • 1882-1883. Juan Montalvo publica su obra Los siete tratados, la misma que fue prohibida su lectura en 1884 por el arzobispo José Ordoñez. El argumento de la autoridad religiosa era que en ella se denigraba al clero.
  • 1892. El arzobispo de Portoviejo Pedro Schumacher en una carta pastoral, censura y pide la prohibición de entrar al país de varias publicaciones de tendencia liberal por considerarlas nocivas para los creyentes cristianos.
  • 1963. Durante la dictadura militar se declara fuera de la ley al comunismo, librerías que vendían obras de Karl Marx, Federico Engels, Lenin, Che Guevara, Fidel Castro y todo lo que tuviera signo de izquierda fue cerrada y los libros incautados y destruidos.
  • 1975. Se pública el libro Diario de la CIA, del exagente, Phillip Agee. El libro que contiene información sobre funcionarios ecuatorianos que colaboraron con la agencia de espionaje norteamericana y que jugaron un papel en el golpe militar contra la presidencia de Carlos Julio Arosemena, fue censurado de manera inmediata en el país y solo pudo ser leído en ediciones clandestinas.
  • 2013. Una jueza ecuatoriana prohibió la circulación del libro de un sacerdote español sobre una sangrienta venganza entre indígenas en la reserva amazónica del Yasuní, lo que fue duramente repudiado por el gobierno e intelectuales este jueves.
  • Septiembre 2019. El portal web de la Cancillería sacaron el libro La CIA contra América Latina, caso Ecuador, del ex agente, de Jaime Galarza y Francisco Herrera, aduciendo que la cartera de Estado ‘’no puede servir a ideologías’'. (I)