El reconocimiento internacional o la ‘fama’ en el mundo literario, no es algo que le ‘quite el sueño’ a María Fernanda Ampuero, la no maternidad, sí. Este es uno de los temas que abiertamente aborda la escritora guayaquileña en Visceral (Páginas de espuma), su más reciente publicación en la que, sin necesidad de ser un diario personal, es bastante personal, sus 170 páginas son un pasaje directo al desgarre, el dolor, la ira -por supuesto-, la impotencia y lo ‘visceral’ que puede ser crecer, mantenerse y sobrevivir en este mundo.

En medio de su agitado día a día, Ampuero concede una entrevista por Zoom a este medio y entre lo que conversamos le digo que su libro incorpora revelaciones muy duras, ‘horrorosidades’ que ninguna mujer debería vivir; y entonces le pregunto ¿qué es lo más le ha dolido atravesar?. Respira un poco, y responde que hay un tema del que no le han preguntado aún, “mejor así”, dice, porque le cuesta hablar de aquello, ya que tiene que ver con un duelo que no se irá nunca.

“Estoy furiosa por no haber tomado decisiones más joven, más pronto, haber sido más firme con mi ex”, declara antes de ser increíblemente franca para expresarse sobre ese duelo eterno.

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“Tiene un elemento de nostalgia, de lo que no fue, la melancolía inmensa por imaginarme yo siendo madre, por ese hueco que sientes dentro. Siento que me hubiera gustado vivir esa experiencia”, afirma.

“Soy una persona que estoy a favor del aborto, y completamente de la decisión de las mujeres de no ser madres, pero yo sí quería, y allí está la gran diferencia. No lo soy, y no lo voy a ser, y es como una vida que no viví, es un duelo, y es algo de lo que nadie te pregunta, porque no hay un cuerpo, un cadáver, no hay nada que llorar, sin embargo, yo creo que hay que darle entidad a la narrativa que teníamos sobre nuestras propias vidas, y también merecen un duelo”, sostiene.

“Mi narrativa personal desde niña siempre fue con un hijo o una hija, entonces, esa persona que ni siquiera fue gestada, es parte de mis pérdidas”, añade con plena sinceridad.

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Este tema lo aborda en Útero, uno los textos plasmados en su libro, donde además condena la atención y prejuicios de los ginecólogos.

Sobre Visceral

'Visceral' fue impreso el 8 de marzo de 2024, Día Internacional de la Mujer.

No encuentra las palabras exactas para definir a su reciente obra, que se compone de poemas, reflexiones, historias, relatos, confesiones, duras, muy duras, pero sobretodo, francas, honestas, sin filtros, como ella siempre ha sido. “Es un híbrido de todos los géneros que yo amo, de todos los géneros en los que yo he trabajado durante toda mi vida. Hay un homenaje muy claro a la poesía, que es el género al que yo quería dedicarme desde muy jovencita, y que no lo hice”, indica la escritora que en algún momento de su vida pensó que “no tenía el talento para ser poeta”.

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“Creo que es un libro híbrido como soy yo, que soy una persona que estudio literatura, pero que ha se dedicado al periodismo hace treinta años, que migró, que ha vivido situaciones para las que no estaba preparada de ninguna manera”, apunta la guayaquileña que vive fuera del país hace 20 años.

Sus páginas navegan entre la autobiografía y la autoficción; es así como también incluye textos que hablan de salud mental, la obesidad, la infancia, la violencia contra las mujeres, la escritura, y más.

‘Si no escribía, me iba a morir’

Las páginas de este libro se fueron tejiendo de manera orgánica, en diferentes épocas, situaciones, emociones de su vida. “Hay textos, o pequeños artefactos que escribí para explicarme muchas cosas, aunque yo no llevo diario personal, pero probablemente algunos de estos textos sean lo más cercano a un diario personal que yo he hecho, de algunos momentos en los que sentía que si no escribía, me iba a morir, y que si escribía, también”, declara la autora de Pelea de gallos, Sacrificios humanos, Permiso de residencia y Lo que aprendí en la peluquería.

Hay textos que son muy antiguos, y unos más recientes, como los de la pandemia. “Hay textos que se fueron escribiendo en mi cabeza durante muchísimos años, que fueron buscando el cauce de un río, erosionando mi memoria, mis recuerdos, lo que está bien y lo que está mal”, menciona.

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Sin un inicio y un final, declara que es una obra que podría continuar teniendo nuevas entregas, porque lo visceral no conoce de un adiós. “Es un libro que para mí está vivo, en el sentido que no siento que se haya terminado, siento que es un libro que podría ser infinito, es un libro que podría haber revisiones con nuevos textos, sobre las cosas que estoy viviendo hoy, como mujer menopáusica”, refiere.

En este punto de la conversación hace un paréntesis para enfatizar que la menopausia es un tema del que hay mucho de qué hablar, y la escritura es una gran oportunidad para hacerlo. “Es una fuerza de la naturaleza, es como pasar por una erupción, una cosa que hay que fotografiar”, expresa.

El qué dirán

María Fernanda Ampuero, escritora ecuatoriana. Foto: Edu Leon

Los comentarios mal intencionados de Visceral la tienen sin cuidado. “A mí no me importa lo que diga nadie, de nada, porque a mí nadie me ha regalado nada. Yo estuve en este país dos años indocumentada, viví los horrores que nadie ha vivido; y si alguien pone palabras de burla o de crítica de las decisiones de mi vida, o de ese falso horrorizarse que es tan guayaquileño, yo lo que le voy a decir es que por lo menos yo me atreví, y por lo menos intenté, y por lo menos yo estoy siendo entrevistada por EL UNIVERSO”.

“A mí no me da vergüenza mi vida; me da pena darle pena a la gente que me quiere, eso sí me da mucha tristeza. Gente que me quiere mucho ha sufrido con el libro, se ha enterado de cosas que no sabían. Han llorado un montón, y han querido consolarme un poco a destiempo de las cosas que están ahí”, revela.

Aunque todo lo que está en el libro lo ha hablado con su mamá, le pidió que mejor no lo leyera. “Yo hablo desde salud mental con mi mamá, mi mamá sabe que yo tomo pastillas, y que voy a terapia. Mi mamá sabe que todas esas pastillas, y todas esas cosas que me dio para adelgazar cuando yo era niña y adolescente, pudieron haberme hecho mucho daño; que su obsesión con que yo fuera delgada a mi me destruyó la cabeza, y no solo, probablemente también mi sistema metabólico y mi sistema nervioso”, menciona.

“Es un libro en el que yo no oculto absolutamente nada, es un libro que se lo debo a mi yo de pequeña, a mi yo adolescente, a mi yo sin bebé, y sin pareja, a la mujer libre que siempre he querido ser, a la mujer feminista, y una mujer libre siempre va a ser castigada”, acota. (I)