Por Génesis Lozano | Periodista

El nudo en la garganta que supondría perder a mi hija en medio de una multitud de personas hizo que conectara con la cuarta obra del escritor español Javier Castillo, La chica de nieve, un libro que comienza echando al lector de cara contra la realidad: “lo peor siempre se fragua sin que lo puedas intuir”.

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Con esa frase presenta el capítulo de la desaparición de Kiera Templeton, una niña de 3 años que al soltar la mano de su padre se hace humo en el desfile de Acción de Gracias de Nueva York en 1998. Su caso se hace viral y los medios se llenan con noticias de su posible secuestrador.

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Continuando con el anzuelo de la intriga, Castillo saca al tablero a otro personaje: Miren Triggs, una apasionada estudiante de periodismo que se refleja en el dolor que viven los padres de Kiera y que se incrementa tras recibir una cinta VHS en la que aparece su hija, ocho años después de su desaparición.

A Miren el autor le otorga una narración en primera persona que sirve como lupa para descubrir los motivos por los que se toma personal el caso de Kiera y se da a la tarea de encontrarla, enfrentándose incluso a editores de medios de comunicación. La razón principal es el olvido con el que se sepulta a la niña y en el que quedó sepultada ella tras ser violada.

Esta novela fue adaptada por Netflix para convertirla en una serie de seis capítulos.

Los demás personajes como Aaron y Grace, los padres de la menor, son narrados en tercera persona con diálogos que evidencian la metamorfosis de una pareja consumida y separada por la tristeza. Los dos se aferran a las cintas que el secuestrador de su hija les envía cada cinco años sin la esperanza de una justicia.

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En 509 páginas, Javier Castillo nos mete en una máquina del tiempo de 61 capítulos, cortos y de fácil lectura, que mezclan el pasado y el presente hasta dejarnos ver nuevamente a Kiera, ahora de 15 años, conociendo a su familia tras ser rescatada por Miren. ¿Quién era el secuestrador? es algo que no merece spoiler.

La chica de nieve, que debe su nombre al efecto borroso con el que empiezan las cintas de VHS y que se parece a estos cristales de hielo, termina con un epílogo en el que Miren es contactada por otros delincuentes para descubrir un nuevo misterio. Esta novela fue adaptada por Netflix para convertirla en una serie de seis capítulos. (O)