Mucho antes de las sempiternas sagas de superhéroes, en este y otros planetas, y en medio de los disparates cómico-románticos protagonizados por adultos o por colegiales, apareció en las carteleras de los cines un tierno niño inglés de 11 años que de la noche a la mañana se convierte en mago, que debe luchar contra un sádico hechicero que solo quiere exterminarlo, salvar al mundo mágico y encima tratar de obtener buenas calificaciones en el colegio de hechicería, porque Harry Potter no es un brujo cualquiera: es el mayor mago del siglo XXI: sus encantamientos hechizaron a muchos de los que fuimos niños, adolescentes o recientemente veinteañeros en los albores del 2000.