Cuando Riho Maruyama, de 26 años, se enteró de que estaba embarazada, acababa de terminar un entrenamiento de rugby en su último año de universidad. Tenía ocho semanas de gestación y cinco pruebas positivas entre sus manos.
El embarazo después de los 35: probabilidades, riesgos y cuidados
Lo que no sabía en ese momento era que su vida universitaria en Utah no terminaría, pero sí cambiaría por completo, reseña la revista People.
Junto a su esposo, Keali’iholo’okoa, decidieron continuar sus estudios mientras criaban a su hija Hinami (Nami), que hoy tiene dos años y se ha convertido en parte del entorno universitario que ambos aún habitan.
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♬ original sound - Speedy sounds
¿Cómo es la vida de la “bebé universitaria”?
Vivir en un campus rodeados de compañeros, familiares y amigos resultó ser el secreto para que su particular estilo de vida funcionara.
Aunque Riho reveló a People que fue un embarazo no planeado, la pareja encontró apoyo en una red cercana a la que llaman su “aldea”.
Este grupo está formado por compañeros de clase, familias de la iglesia y otros estudiantes que ayudaron con el cuidado de la niña, les ofrecieron ánimo y compartieron tareas cuando fue necesario.
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♬ Good Old Days - Macklemore & Kesha
Riho dejó el rugby, reorganizó su rutina y se graduó en ciencias del ejercicio. Ahora estudia marketing. Su esposo obtuvo un título en servicios de emergencia y sigue formándose para ampliar sus opciones laborales.
Mientras la pequeña Nami crece entre libros, entrenamientos, horarios cambiantes y siestas improvisadas, sus padres han aprendido a equilibrar responsabilidades con una flexibilidad casi acrobática.
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Han dejado de entrenar juntos para turnarse en casa, y su apartamento se ha convertido en el punto de encuentro de amigos y “tíos universitarios” que miman a la niña y respetan los límites que sus padres han establecido.
“Mucha gente la quiere y la cuida. De hecho, puede que sus ‘tíos y tías de la universidad’ la mimen un poco”, revela Riho. “Nami es alegre, observadora, adaptable y flexible”, contó.
Pese a lo difícil que es criar a una pequeña. Riho asegura que ser madre en ese entorno ha sido una experiencia enriquecedora.
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Nunca se sintió sola ni atravesó una depresión posparto. Por el contrario, encontró fuerza en la comunidad que la rodea. En agradecimiento, cada semana organiza cenas familiares para quienes los han acompañado en este proceso.
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Para ella, ser madre no fue un obstáculo en su vida académica, más bien lo describe como una bendición inesperada que redefinió su camino.
(I)
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