Los ecuatorianos celebraron este domingo el Día del Padre, un festejo atípico, marcado por las medidas sanitarias debido a la pandemia de COVID-19 y por los miles de fallecidos en todo el país que ha dejado esta enfermedad.

A pesar de las restricciones de movilidad en la mayor parte del país, muchos se dieron modos para visitar a familiares.

Con serenatas, los hijos homenajeaban a progenitores. Algunos que perdieron a sus padres o abuelos los visitaron en camposantos, que hace pocos días reabrieron al público.

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Otros, para evitar el riesgo de contagio del COVID-19, los saludaron por videollamadas.

Este Diario muestra este lunes las historias de diez padres de familia que intentan salir adelante a pesar de haber sufrido los embates del coronavirus.

Es un homenaje a sus vidas, al valor y fortaleza con que han afrontado perder a seres queridos o, en otros casos, a la nueva oportunidad de vida que tienen luego de haber estado al borde de la muerte por el virus.

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Son vivencias que reflejan la fragilidad de la vida y la forma en que esta nueva realidad ha hecho valorar más los momentos compartidos en familia.

Aquí encontramos el dolor de Carlos al haber perdido a su esposa, pero la esperanza que trajo el nacimiento de su hija; también el sufrimiento de Nelson, quien perdió a su hijo y luego le detectaron cáncer.

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Vicente y Milton vieron la muerte de cerca y ahora agradecen el milagro de seguir con vida. Washington batalla día a día para superar la muerte de su esposa, Ángela, con la que tenía 51 años juntos y juntos formaron una familia grande. Freddy extraña a su padre, a quien consideraba su mejor amigo.

Iván y Billy se alejaron de su familia casi dos meses para evitar que se contagiaran con el coronavirus, pues por su trabajo estaban muy expuestos.

Ricardo perdió su trabajo a causa de la crisis económica por la pandemia, pero hace todo lo posible por darle educación a su hija; Ramón trabaja vendiendo aguacates para sustentar a sus hijos y que puedan estudiar.

Todos ellos tienen en común el amor a su familia, la valentía con la que afrontan su rol en estas semanas complicadas que ha vivido el país. Además coinciden en que el mejor consejo es el ejemplo que dan a sus hijos.

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La fe en Dios es otro de los aspectos que sacan a relucir la mayoría de padres, pues han entregado su vida a Él luego de sobrevivir a esta enfermedad.

Aunque en algunos casos el ánimo no era el mejor para festejos, este domingo trataron de pasar en familia compartiendo banquetes u honrando la memoria de aquellos que han fallecido.

Aquí sus historias.

Carlos González: "Saldré adelante por mis hijos y por la memoria de mi esposa"

A diario, Carlos González debe impartir clases a sus estudiantes por la plataforma Zoom y atender a su hija Rosita, de casi 3 meses.

Su esposa, Évelyn, adquirió COVID-19 a mediados de marzo y acudió al hospital del IESS en Manta para chequear su estado de salud y sobre todo estar pendiente de la niña que llevaba en el vientre. El 23 de marzo, ella ingresó a una sala de cuidados maternos en el hospital mantense. Tres días después dio a luz a Rosita.

Aquel momento de júbilo se vio empañado para Carlos un día después, por una trágica noticia: su amada esposa, Évelyn, había muerto.

La noticia del fallecimiento se la dio el encargado de una funeraria, quien le pidió autorización para cremarla.

El pasado 26 de mayo, Rosita abandonó el hospital del IESS, donde estaba internada por complicaciones. Este domingo, Carlos pasó con ella y su primer hijo, de 8 años.

Mientras ora por el alma de Évelyn, ahora Carlos tiene el propósito de salir adelante por sus hijos.

Washington Calle: "Perdí a mi esposa por el virus y mis hijos me han dado fuerzas"

Cerca de las 13:00 del pasado 1 de abril, Washington Calle ingresó al hospital Los Ceibos del IESS con su esposa, Ángela, pues presentaban síntomas de COVID-19. Dos horas después, ella murió.

Calle, de 80 años, se recuperó del virus y salió del hospital semanas después, pero ha sido muy difícil para él superar la muerte de su esposa, con la que llevaba casado 51 años. “Es durísimo, espero no caer en depresión, ya llevo dos meses muy triste”, expresa Calle.

Con su esposa procrearon nueve hijos y tienen quince nietos. El hombre cuenta que ellos han sido su mayor fortaleza en estas semanas.

“Hemos podido formar a personas buenas, con valores, siempre procurando que no les falte nada. Yo fui un niño pobre, con muchas necesidades, nunca tuve vicios y siempre trabajé por mi familia”, afirma Calle.

Ahora sus días serán dedicados a honrar la memoria de su esposa y disfrutar de su familia. “Gracias a Dios pudimos darles educación a mis hijos”, recalca.

Nelson Itúrburu: "Uno no está preparado para ver morir a un hijo, es horrible"

El 2020 ha sido un año doloroso para Nelson Itúrburu. En febrero falleció su esposa. Dos meses después murió su hijo

Augusto, quien era periodista, a causa del COVID-19. Semanas después falleció su padre. Y hace pocos días se enteró de que padece cáncer a los huesos.

“Han sido días horribles. El hombre, quizás, está preparado para ver morir a su padre, pero un hijo es algo que no hay cómo explicar el sufrimiento”, expresa Itúrburu, quien tiene 72 años.

Actualmente vive en Chongón junto con su hermana. Este domingo tenían previsto reunirse con su otro hijo, Nelson, y sus dos nietos.

Con ellos espera superar los meses duros que ha vivido y enfrentar de la mejor forma su enfermedad. Dice que saldrá adelante para honrar la vida de sus seres queridos que ya no están.

Itúrburu tiene otro hijo, que vive en Quinindé, Esmeraldas. Indica que ahora valora cada momento con su familia, trata de aconsejarlos para que se cuiden y seguir más tiempo juntos.

Ramón Zambrano: "Mis hijos son mi mayor regalo, espero que estén siempre conmigo"

En la ciudadela Costa Azul, en el sur de Machala, vive Ramón Zambrano Valdez con dos de sus tres hijos. Él relata que hace tres años su esposa abandonó el hogar.

“Yo me preocupo por mis hijos, a las cinco de la mañana me levanto a hacer el desayuno y que ellos se dediquen a estudiar, voy a vender aguacates en el centro y regreso a prepararles el almuerzo”, manifiesta Zambrano, de 52 años.

Detalla que sus hijos son el motor de su vida y todo lo que hace es por ellos, para que salgan adelante.

Durante la cuarentena por la pandemia del COVID-19 se le complicó vender sus productos, por lo que vivió momentos difíciles con sus hijos. Zambrano dice que pudo sobrellevar esta época gracias a varios vecinos y familiares, quienes los ayudaron con alimentos.

“El mejor regalo que tengo son mis tres hijos, son respetuosos y creo que mi deseo es que me cuiden y me acompañen cuando esté avanzado de edad”, refiere con nostalgia Zambrano.

Freddy Aragundi: "Mi padre me inculcó grandes valores que transmito a mis hijas"

Freddy Aragundi perdió a su padre en marzo pasado por un cáncer terminal que le habían detectado dos meses antes. Con su hermano Manuel lo acompañaron en sus últimos instantes. Aún sin poder superar su muerte, Freddy intenta salir adelante, sobre todo por sus hijas.

“El haber perdido a mi padre de una forma tan sorpresiva fue muy duro, yo lo tengo presente en cada momento de mi vida. Él era mi mejor amigo”, dice Freddy.

Recuerda que el año pasado celebraron el Día del Padre juntos, pues salieron a desayunar fuera de casa.

“No quería celebrar esta fecha, pero mi madre me llamó, me pidió que lo recordemos juntos en familia”, refiere Freddy.

Las enseñanzas que su padre le inculcó, él las transmite a sus dos hijas. “Me dejó unos valores maravillosos, es ahora donde lo tenemos más presente porque es el legado que tenemos de él, su fortaleza para sobrellevar momentos difíciles como los de ahora”, sostiene Freddy, de 48 años.

Milton Noriega: "Temí por mi vida y la de mis hijos, Dios me dio otra oportunidad"

Milton Noriega pasó 25 días hospitalizado por COVID-19, desde finales de marzo pasado. Fueron semanas difíciles, dice, en las que incluso llegó a pensar que no saldría vivo de la casa asistencial donde estaba internado. “Viendo todo lo que pasaba y lo peligroso del virus temía que mis dos hijos se contagien y no poder ayudarlos”, cita él, ya recuperado.

Noriega es viudo. Su esposa y madre de sus hijos falleció hace cuatro años por cáncer de pulmón. Dice que con el tiempo han podido sobrellevar su pérdida. “Ahora yo soy todo para mis hijos, debo velar por ellos, que también intentan salir adelante”, refiere Noriega.

Explica que, viendo la cantidad de muertos que dejó la pandemia en Guayaquil, disfruta y valora aún más cada momento con sus hijos. “Le doy gracias a Dios por haberme dado una nueva oportunidad. En esos momentos difíciles me di cuenta de cuánto mi familia me aprecia”, afirma Noriega.

Iván Rodríguez: "Me separé de mi familia para disminuir el riesgo de contagiarlos"

El periodista cuencano Iván Rodríguez se separó de su familia desde el pasado 15 de marzo para evitar correr el riesgo de contagiarlos con COVID-19, pues por su trabajo debía estar en la calle.

Iván es casado y padre de dos chicos, uno de 16 y otro de 5, a los que no abrazó por cerca de dos meses. El mayor comprendía la situación, pero el pequeño no, y en su inocencia constantemente le decía con tristeza: “¿Por qué nos dejas?”.

Para no tener contacto con ellos se mudó al estudio de TVR, el canal de televisión digital que fundó hace un año. Durante el inicio de la pandemia recorría hospitales, mercados y otros lugares donde había altas posibilidades de contagiarse.

En el almuerzo o cena se unía con su familia por videoconferencia y los sentimientos volvían a cruzarse.

Durante la cuarentena, Rodríguez también entregó alimentos a policías, guardias ciudadanos y recolectores de basura.

Ricardo Villarreal: "Hago cualquier sacrificio por el bienestar de mi amada hija"

Para Ricardo Villarreal, su hija Nahomy, de 10 años, es su compañera incondicional. Es a quien más ama en la vida y hace cualquier sacrificio por ella. “Nos acostumbramos a ser solo los dos, somos buenos amigos más que nada”, cuenta Villarreal, pues la madre de Nahomy no vive con ellos hace varios años.

Por la crisis económica a causa de la pandemia de COVID-19, Villarreal perdió su empleo. Aunque es profesor de pintura, laboraba como jefe de bodega en una empresa. En estos días realiza murales para dar sustento a su hija y padres, hasta encontrar un trabajo estable.

“Han sido meses duros, pero la lucha sigue y yo no me puedo rendir”, manifiesta Villarreal. Agrega que lo positivo de estas semanas es que ningún familiar se ha contagiado con COVID-19.

A pesar de su situación, Villarreal logró inscribir a Nahomy en la escuela. A diario, ella recibe clases online. Para él, la educación de su hija es primordial.

Vicente Romero: "Le pedí a dios que me dé una nueva oportunidad y me escuchó"

“Yo sentía que la vida prácticamente se me acababa”, relata Vicente Romero, médico de 64 años que estuvo al borde de la muerte en abril a causa del COVID-19.

Romero, padre de cinco hijos, dice que su mayor temor era dejar indefensa a su familia y no volverla a ver.
“Fue durísimo. Le pedí a Dios que me dé otra oportunidad de vida y él me escuchó”, relata Vicente.

Su hija Ana cuenta que el 3 de abril recorrieron todas las clínicas y hospitales de Guayaquil con su padre para que recibiera atención porque ya no podía respirar, pero todas estaban abarrotadas.

“Tuve que traerlo a la casa y mi mamá con un nebulizador y una cánula hizo un respirador y así aguantó unas horas hasta que pudimos llevarlo a un centro médico”, menciona Ana.

Vicente cuenta que ahora rectificará errores que cometía, tratará de unir más a su familia y dará gracias a Dios por “el milagro” de haberlo salvado.

Billy Mórtola: "Fue duro alejarme de mi hija por temor a estar contagiado"

Desde hace varios años, Billy Mórtola se dedica a la desinfección de inmuebles en Guayaquil. Durante la época alta de la pandemia de COVID-19, la demanda por su trabajo se incrementó, así como el riesgo a contagiarse con el virus.

Por sus labores, Mórtola fue testigo de escenas dramáticas al ingresar a desinfectar casas, pues en algunas había gente contagiada con coronavirus e incluso fallecidos que tenían varios días sin ser levantados.

Por ello, tuvo que aislarse de su familia durante casi dos meses para no exponer la salud de ellos, en especial de su hija Julia, de 3 años.

“Fue duro no poder acercarme a ella, por temor a estar infectado yo evité todo tipo de contacto con mi hija”, manifiesta Mórtola.

Aunque hubo una semana en la que tuvo síntomas de COVID-19 le descartaron el virus luego de exámenes.
Su mayor alegría, dice, es compartir momentos con su amada hija Julia. (I)