Pedro León, de 47 años, se encargaba de dar seguridad a empresas privadas durante quince años, y en noviembre anterior decidió salir de sus labores, ya que se sentía inconforme por los recurrentes escenarios de riesgo a los que se enfrentaba y un sueldo reducido.

Luego de ello, él trató de encontrar un mejor empleo, pero no consiguió nuevas oportunidades labores. En ese tiempo se enteró de varias capacitaciones impartidas por la fundación Huancavilca, por lo que decidió inscribirse en el curso y ahora pone en práctica lo aprendido para conseguir ingresos de sustento.

El hombre se atrevió a ingresar para inicialmente aprender de intervenciones eléctricas; después siguió en la reparación de electrodomésticos básicos (ventiladores, licuadoras y otros, excepto línea blanca), y ahora está en un módulo de electromecánica. Él es parte de 17 participantes en la capacitación técnica de la fundación.

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“A mis 47 años se me cierran las puertas en cualquier lado. Tocas y no te dan trabajo, ni con tu gran título”, recordó el hombre, residente en el sur.

León ahora atiende en su casa a los clientes que necesitan reparaciones de licuadoras y ventiladores. Recientemente, una señora le llevó una licuadora con quince años que la iba a desechar, y el hombre logró ponerla en buen funcionamiento.

“Quiero capacitarme más para continuar, y no me voy a quedar cruzado de brazos, esperanzado en un sistema de trabajo que nos explota. Tenía recelo de aprender; aprendí y quedé bien con los clientes, como la señora quedó satisfecha”, dijo el ciudadano.

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En taller del Guasmo se ofrecen capacitaciones por parte de instructores de fundación Huancavilca. Foto: El Universo


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Ahora, el hombre aspira a tener un taller propio para aportar en la ciudad e incluso impartir sus conocimientos a los chicos, que en muchos casos están expuestos a malas actividades y perdidos en los vicios. Además, estos aprendizajes los pondrá en práctica para reparar su propia moto o vehículo cuando tengan desperfectos.

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Miriam Garzón, coordinadora del Área de Capacitación y Emprendimiento de la fundación Huancavilca, comentó que esta iniciativa de capacitación técnica nació de la necesidad de brindar servicios dirigidos a jóvenes, puesto que en sectores populares se concentran problemas de falta de empleo y consumo de drogas.

En el camino han tenido buena demanda de adultos, lo que genera una mezcla de asistentes con una diversidad de edades, entre 15 y 60 años de edad.

Actualmente, la fundación Huancavilca lleva su cuarta promoción de alumnos en este módulo de capacitación técnica. Con periodos de dos meses se comparten conocimientos y prácticas en electromecánica, electricidad domiciliaria, reparación de electrodomésticos, reparación de cajas amplificadas y lectura de planos arquitectónicos.

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Garzón mencionó que se pretende que los asistentes tengan una herramienta para generar ingresos propios para su sustento y sus familiares. Dentro de los primeros resultados, tres grupos culminaron el año anterior estas capacitaciones. Algunos han tenido la oportunidad de crear sus propios espacios laborales o ingresar en talleres.

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Otro alumno, Jefferson Consuegra, de 19 años, contó que ha tenido un intento de ingresar a la universidad pública en una ocasión, pero no tuvo la fortuna de completar el puntaje mínimo para estudiar Ingeniería Mecánica.

Debido a ello, este joven optó por aprender en el curso sobre la parte electromecánica del carro a fin de poder ayudar a su padre en un taller que tiene en el norte, y a la espera de poder entrar a la universidad a seguir estudios de ingeniería. “De chiquito lo veía y me llama mucho la atención la reparación de carros”, contó.

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Luis Tipanguano, de 65 años, es otro de los asistentes. Este hombre, que se dedicaba a la conducción, dijo que busca aprender para ponerlo en práctica en reparar su propio carro cuando se movilice a llevar mercadería por la ciudad, sobre todo en época de lluvias.

“Ahora ya comprendo más. Uno mismo podría ver las fallas y seguir avanzando o ayudar a una persona que necesite”, mencionó.

Sergio Flores Maruri, instructor del taller de electromecánica, comentó que en este taller se les enseña electricidad del automóvil con conocimientos de alumbrado, faros de altas y bajas, guías, luces de pare, direccionales, indicadores de cabina y accesorios. Además conocen sobre circuitos de arranque, de carga y el encendido convencional y del motor.

Con estas herramientas, los alumnos podrán resolver los problemas eléctricos de sus propios automotores en medio de circunstancias cotidianas. “Tratarían de no quedarse botados. Si les falla el carro en medio de la carretera, podrían solucionarlo. En época de lluvia lo más probable es que el distribuidor se moje y el carro se apague; ellos ya van a detectar la falla en el sistema de encendido; tratarán de secar y limpiar el módulo de encendido electrónico para quitarle la humedad y continuar”, dijo el instructor.

En estos cursos, los participantes entregan $ 30 por mes, con lo que se cubren gastos de ciertos insumos y de los profesores. En Monte Sinaí se dictan también capacitaciones gratuitas para 18 participantes, con apoyo de Misión Alianza Noruega en Ecuador. (I)

Alumnos reciben clases en taller del Guasmo. Foto: Ronald Cedeño