Lili, de 10 años, se acerca recelosa a uno de los vehículos en la intersección de las avenidas Isidro Ayora y Américas, en el norte de Guayaquil. Ella hace de la mano y se arrima al vidrio para lograr ver al conductor y pedir dinero. Apenas se baja el vidrio dice: ‘Soy Lili’, con una sonrisa y ojos de inocencia.

¿Cuántos hermanos tienes?, le dice un conductor. “Somos cuatro”, contesta ella, agradece por dinero y regresa al parterre con el resto de su familia.

La niña es parte de más de una decenas de menores de edad que se ubican en esa zona del norte de urbe. Al sitio llegan algunas madres desde diversos sectores como Cerro Redondo, en Durán; cooperativa San Francisco, Sergio Toral y Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil.

Publicidad

Hijos de adolescentes en Guayaquil: niños se crían viendo a su madre como hermana y a su abuela como mamá

Allí no importa el sol, o si llueve, el humo de los vehículos, lo importante es conseguir el dinero para comer, aseguran los familiares de los niños.

“El que no sale a la calle no come porque como quiera acá pidiendo o limpiando vidrio algo se consigue, pero encerrados en casa, nada”, comentó una de ellas.

‘Hay días en que siento morir, me levanto por mi hijo’: padres de niños con malformaciones y discapacidades luchan contra la depresión

Ellos también aprovechan cualquier donación que las personas les pasan dejando. Por ejemplo, Liliana junto a un grupo de niños salieron corriendo la tarde del pasado lunes hacia un vehículo donde le entregaron algunas fundas de víveres.

Publicidad

Allí se aglomeraron no solo niños a coger los donativos, también adultos que venden caramelos, bebidas en esa zona.

Y es que el problema de los niños en las calles se ve incrementado ya que por vacaciones escolares ahora los menores acompañan a sus madres en la mayoría de los casos.

Publicidad

Narcisa, residente de Durán, comentó que no puede dejar a sus cuatro hijas en la casa por los casos de abusos a menores y la delincuencia en ese cantón.

“Cómo yo puedo venir a trabajar acá y dejar a mis hijos botados, tengo que traérmelos, sé que aquí el peligro es alto por los carros, la Metrovía, pero igual hay que estar con cuidado”, comentó.

Asimismo, Juana, una de las madres que vende agua y bebidas energizantes en la avenida de las Américas, comentó que ella no tiene con quién dejar a sus hijos en la cooperativa San Francisco y por eso los trae a que le ayuden a vender agua.

¿Es difícil adoptar a niños grandes en Ecuador?: el camino de los menores que pasan temporadas largas en casas hogares

“Yo sé que este es un trabajo duro, pero es digno. Yo les he dicho a mis hijos que trabajen, no que pidan plata, ellos saben eso y por eso me ayudan a mí”, comentó.

Publicidad

Esa zona del norte de Guayaquil es uno de los sectores donde se ubican decenas de niños que piden dinero o venden productos como agua, caramelos.

Julio César Goya, presidente de Juventud en Acción Ecuador (JEA), explicó que han evidenciado que los menores que están en las calles son víctimas de acoso, de consumidores de drogas que los incita a que prueben algunas sustancias.

“Estar en la calle es un riesgo alto para que le ofrezcan sustancias sujetas a fiscalización, hemos sido testigos de estos casos cuando los menores se alejan de sus padres o no están los padres ahí con ellos”, manifestó.

El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) tiene el servicio de Erradicación Progresiva de la Mendicidad a nivel nacional, en el que están registrados 2.240 niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores y personas con discapacidad.

En la Zona 8, el MIES detectó 400 niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores y personas con discapacidad que vivían esta problemática y a través de cinco unidades de atención con convenio los pudo incluir en el programa. En Guayaquil son 320 personas en cuatro unidades y en Durán son 80 beneficiados en una unidad de ayuda.

El MIES detalló que se les entrega kits educativos, de salud o alimentación en apoyo de la restitución de sus derechos y de inserción económica y social. (I)